Política

Litio: tercera llamada, tercera

Mientras los medios de comunicación y sus reporteros en la metrópoli de Guadalajara andan muy interesados en el trascendental tema de los ambulantes, el mundo sigue metiendo goles. En nuestra portería.

En estas páginas hace algún tiempo, en febrero de 2009, pretendimos llamar la atención sobre un metal mucho, mucho más estratégico en la nueva era; y desde luego, mucho más escaso que el hierro, el cobre, o el petróleo.

El litio está en todas nuestras orejas. Porque es el alma y la sangre de todos nuestros teléfonos celulares y otros aparatos electrónicos. Provoca la codicia de los grandes consorcios.

Muy escaso en todo el orbe, hay un poco donde quiera: hay pequeños depósitos en la República Rusa, en Tíbet autonomía de China; también en Nevada, Estados Unidos. Pero los grandes, grandes depósitos están debajo de los enormes salares andinos de Bolivia, Chile, Argentina, en la Cordillera a más de 4 mil metros de altitud sobre el nivel del mar. Sobre todo en el Salar de Uyuni en Bolivia.

En Bolivia gobierna Evo Morales, el indio cocalero, con un profundo sentimiento antiimperialista, herencia de un verdadero trauma nacional por el saqueo del estaño boliviano en los años de 1930-1952, que dejó para siempre marcado el nacionalismo boliviano, como país despojado, con grandes socavones en los montes y en los pulmones de los mineros.

Aquellas notas de hace 6 años aquí, que al parecer no causaron especial interés de los lectores, podrían hoy merecer un poco más de atención al hacerse público que se avecina en la esfera de los grandes consorcios de la economía global una verdadera batalla, quizá sorda pero con seguridad descarnada, por acaparar ese metal, y que se ha vuelto de golpe más codiciado que el oro e incluso el petróleo. El punto de diferencia estriba en el estilo imperialista de apropiarse del yacimiento; o el nuevo estilo chino de financiar al país dueño y garantizar el abasto mediante un convenio.

Por de pronto, la arrogancia imperial de Norteamérica frente al indio Evo Morales ya les hizo perder una importante batalla por lo que toca al depósito del Salar de Uyuni: aproximadamente un 60 por ciento del total mundial conocido.

El francés Vicent Bolloré les ganó la partida cuando, en tiempos del presidente Sarkozy, lo trataron como jefe de Estado y lograron importantes acuerdos, que incluían transferencia de tecnología francesa y, sobre todo, la fundición en territorio boliviano; e incluso una sede americana de la Ecole Nationale d´ Administration: la famosa ENA.

Ahora llega recientemente una importante noticia desde Nevada, Estados Unidos, que puede ser el inicio de una gran transformación mundial. Tesla, la empresa más grande del mundo para la fabricación de autos eléctricos, construye en el desierto de Nevada una gigantesca planta industrial.

De repente, el mundo entra en una turbulenta demanda de litio; y, al parecer, Tesla no tiene garantizado ningún acuerdo de suministro. A menos que haya un arreglo no público con el nuevo gobierno neoliberal de Argentina, o con la debilitada Michelle Bachelet, acosada por lo combativos estudiantes chilenos que le reclaman recuperar la educación gratuita (mientras aquí los acosados son los maestros por Mexicanos Primero).

Por supuesto, también China necesitará complementariamente suministro exterior de litio, a pesar de que su Partido Comunista, rector de la economía, ha tomado la determinación de reducir un tanto su ritmo de crecimiento; que supone ahora hacer crecer su mercado interno, incluidos naturalmente los teléfonos celulares (aunque no se sabe por ahora de autos eléctricos o mixtos).

Esperamos que los rectores constitucionales de nuestra economía hayan tomado algún tipo de precaución para garantizar el abasto nacional, con relación a los no tan escasos depósitos del Salar de El Zancarrón en la laguna de San José de Caliguey, que cubre dos municipios de San Luis Potosí y tres más del estado de Zacatecas.

Ojalá perdure un mínimo de patriotismo que los detenga de sentirse obligados a “garantizar la seguridad litio-energética de América del Norte”, cristalizada en Tesla, Nevada. O, lo que sería prácticamente igual, ofrecerle una amplia concesión con “certeza jurídica”, a quien este año se hizo merecedor de la Medalla Belisario Domínguez, y, según nos han machacado los promocionales del gobierno, le fue concedida “por su profundo amor por México”.

Tesla va a requerir 24 mil toneladas de litio (o sea 24 millones de kilos) cada año para su fábrica de autos eléctricos. Con seguridad la demanda elevará el precio internacional.

Aquí tenemos otras preocupaciones por ahora. Algún día nos alcanzará la fiebre del litio.

www.estebangaraiz.org

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Esteban Garaiz
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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