En las décadas de 1950 y 1960 las tolvaneras que agobiaban la atmósfera del entonces Distrito Federal y de todo el Valle de México eran verdaderamente asfixiantes en los meses de secas; las enfermedades respiratorias eran lo más común en la capital del país. Provenían naturalmente de los terrenos salitrosos desecados al extremo del Lago de Texcoco.
No es gratuito que el lago más bajo (en altitud sobre el nivel medio del mar) se llame Nabor Carrillo.
El ingeniero Nabor Carrillo (1911-1967) estudió como nadie las causas reales del hundimiento de la Ciudad de México y del Valle de Anáhuac. Premio Nacional de Ciencias 1957, recibió 18 doctorados honoris causa.
En 1966 fue nombrado Vocal Ejecutivo del Proyecto Texcoco para rescatar el entorno natural de la cuenca cerrada del Valle de México, en el marco institucional de la benemérita Secretaría de Recursos Hidráulicos: bajo cuya responsabilidad se crearon en el país las grandes Comisiones de las principales cuencas hidráulicas de la geografía nacional, como la del Balsas o la del Grijalva-Usumancinta, con un criterio de desarrollo integral, incluidos los aspectos agrarios, sanitarios, agropecuarios, ecológicos, viales y de reurbanización.
Por supuesto, el arranque de cada proyecto se sustentaba en la construcción de las grandes presas, como la de Malpaso, con el doble propósito de contención de inundaciones sobre las tierras bajas y también de generación de energía hidroeléctrica: la más limpia sin intermitencias.
En el Proyecto Texcoco el Vocal Ejecutivo Nabor Carrillo fue secundado eficazmente por el ingeniero tehuano Gerardo Cruickshank, rescatando los cuerpos de agua y replantando la tierra seca con vegetación xerofítica, o sea: hierbas resistentes a los suelos salitrosos.
Regresaron las aves migratorias y se acabaron las tolvaneras sobre la ciudad.
No parece necesaria mayor argumentación para caer en la cuenta del catastrófico error que significaba para el sistema ecológico de todo el Valle y para la conurbación más grande del país la construcción ahí del llamado Nuevo Aeropuerto Internacional.
Si los costos de la cancelación han resultado caros, es precisamente por la inversión precipitada que se hizo con el propósito de hacerla irreversible.
La ecología no es una afición juvenil para sentirse de moda ahorrando popotes; es una disciplina ética de sobrevivencia de la especie humana en el entorno global. Es, además, condición científica previa indispensable para cualquier construcción humana en el planeta.
No es lo mismo adaptarse al entorno, y aprovechar sus recursos al alcance, que con arrogancia atribuirse la dominación de la Madre Tierra y atropellarla.
Muy bien lo entendieron desde hace más de 2 mil años los ocupantes del valle lacustre; y también las sucesivas oleadas de quienes huían de las sequías norteñas y con gran ingenio construyeron chinampas, canales y “albarradones”. Los conquistadores lo vieron con admiración.
Anáhuac volverá a ser el espacio del agua y de la vida vegetal.
Pronto veremos el rescate integral para asombro de muchos.
P.D. La bola de cristal dice que la base aérea militar será trasladada pronto a Zapopan por razones estratégicas.