Política

¿Qué le pasa a un país donde un fusilamiento no causa conmoción?

En la tarde del domingo 27 de febrero empezó a circular la noticia de un posible fusilamiento en San José de Gracia, Michoacán.Los que hemos visitado Mazamitla hemos pasado tal vez por ahí sin saberlo; por eso la noticia de un lugar que relacionamos con descanso y tranquilidad sea noticia mundial por una atrocidad que nos reacomodó el inicio de semana.

Las versiones oficiales siempre son conservadoras y buscan infundir tranquilidad ante eventos nada favorables, pero la mañana siguiente el gobierno federal seguía diciendo que no sabía bien lo qué pasó y centró su comunicación en el número de personas afectadas, no en el hecho como tal. El gobierno federal buscó, a como diera lugar, evitar una palabra que representa y evidencia un caso absoluto, una tierra de nadie; cada palabra tiene un peso específico que alerta, denuncia o suaviza y hablar de un fusilamiento es tan grave que redujeron, una vez más, a hablar de cifras, resaltando algo impersonal y aparentemente tan abstracto que no invita a dimensionar lo que una cifra esconde o magnifica, como si lo importante fuera el número más que la gravedad de lo ocurrido.

Se trató de un evento casi transmitido en tiempo real donde se documenta la situación de nuestro país, en el que las autoridades llegan varias horas después con una escena alterada y sin más evidencia que los casquillos percutidos.

Los hechos siguen en el aire, mientras la intención de las autoridades parece ser dejarlos pasar,al fin de cuentas “sin cuerpos no hay delitos”, como lo señaló un reportaje en Noreste, que nos dice que hay más denuncias por personas desaparecidas que por homicidios, ya que en homicidios la cifra negra es muy baja, pero en personas desaparecidas no todas estás denunciadas por varios motivos. Así es como se llega una impunidad del 100% donde 1,600 carpetas de investigación llevan a cero sentencias.

La pregunta sigue, ¿por qué no reaccionamos como sociedad ante esto? Pareciera que se terminaron los argumentos, los sentimientos y solo queda seguir cruzando límites intolerables de deshumanización. Pareciera que nadie quiere ver hacia el abismo en el que estamos cayendo, preferimos huir a cualquier frivolidad esperando que todo se solucione.

Entre el mar de información sobre el hecho escuchaba a una madre decir que “para una madre solo hay algo peor que le maten a su hijo y es que lo desaparezcan”. Sigo sin poder asimilar esa frase. Con una lógica del terror donde no basta con matar hay que desaparecer.

Seguimos con el pensamiento de que esto no pasa, o no me pasará y nuestra derrota es normalizar el horror, o algo peor asimilar que así debe ser. Que la debilidad de las fuerzas locales y un Estado ausente que no cuidar ni da seguridad, es la regla de vida.

Pero el día que como sociedad descubramos que no hacíamos nada, podrá ser desde el punto sin retorno del que ya no seremos capaces de regresar. Nos hanarrebatado territorio, cuerpos y personas mientras seguimos desarticulados como sociedad para defendernos.

¿Qué nos reclamamos a nosotros mismos? No será hora de que desde todas las instituciones empecemos la salida del abismo que nos negamos a ver, que hagamos algo más que ver con indiferencia a las víctimas de las desapariciones, que a la vez son la derrota infinita de nosotros como sociedad civilizada.

De seguir igual solo me queda una pregunta que escuché en un podcast: ¿Qué le pasa a un país donde un fusilamiento no causa conmoción?

Ernesto Gutiérrez

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