Antes de mediodía, con el calorcito que anuncia la primavera, cientos de playeras y gorras blancas y azules se juntaron formando una enorme bandera humana en los terrenos paralelos al Marte R. Gómez en Ciudad Victoria.
Hombres y mujeres recorrieron las calles de la capital de Tamaulipas vitoreando al gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, víctima de la injusticia cuatroteiana con un toque de drama shakespeariano.
Bueno, esta reunión masiva de simpatizantes del gobernador de Tamaulipas, para protestar contra el proceso de desafuero iniciado desde la Fiscalía General de la República es, solo poder decirlo, otro ejemplo de insensatez ciudadana, incongruencia moral, y otro ejemplo de la imperfección social para los tiempos de pandemia, nada anormal ahora, y hay que decirlo, porque son arbitrariedades como tumultos en los bares abiertos, las carnitas asadas en casas, las fiestas llamadas “covidiotas” y otras situaciones que muestran que no estamos listos para la nueva realidad.
Aclaro, tampoco podemos culpar a la gente a manifestarse, es un derecho constitucional.
Lo grave es que fue incentivado, y aquí, amigues, hay responsables directos de la insensatez.
El evento fue promovido desde la estructura gubernamental, con misivas directas desde el Gobierno de Tamaulipas, desde su partido, el Acción Nacional y la gran protagonista, la Secretaría de Salud de Tamaulipas, la cual, poco después del sábado 27 de febrero, emitió una declaratoria de apertura para todo el centro del estado pasando áreas de semáforo amarillo a verde, con el cual permitía las concentraciones masivas al aire libre. Horas después, el mismo día, ya con el daño hecho, se contradijo y regresó a Ciudad Victoria a amarillo.
¿Quiénes serán responsables de un brote de casos en esta ciudad?
La decisión, por supuesto que pasó por el gobernador García Cabeza de Vaca, quien más tarde se les unió. Él supo el riesgo de llamar a esa multitud, pero la balanza de su corazón se inclinó hacia el sentimiento político, porque hoy siente que este proceso es su ungimiento como el poderoso aspirante del PAN al 2024, una rara especie de déjà vu político que rememora a Andrés Manuel López Obrador en 2004 cuando era embestido por Vicente Fox.
¿Valió la pena? Ya veremos. _