Ya que disponemos de tiempo libre surgido en una época en la que no pueden llevarse a cabo actividades libremente, llega, para fans del misterio, un contemporáneo de Sherlock Holmes: Arsène Lupin o el caballero ladrón (Edhasa editorial), personaje creado por Maurice Leblanc (1864-1941) y que debuta como serie en Netflix.
Circunstancias que rebasan toda lógica y la posibilidad de salvarlas integran la trama que estelariza un hombre apartado del clásico pillo que necesita ingenio para enfrentar adversidades. Lupin aparece caballeresco, naturalmente manipulador, pero no desvergonzado. Aunque de carácter indescifrable, es la figura menos críptica que surge mayor cantidad de veces en libros arcanos.
Su estilo prosístico lo simula Dashiell Hammett en El Halcón maltés, que cuenta también con varias adaptaciones. El montaje inspirado en Leblanc, protagonizado por Omar Sy, consiente licencias creativas que ningún lector veraz aprobará: desvirtúan el lirismo, lo cual para fines históricos tiene relevancia. Sin embargo, como reinterpretación de un clásico en tiempo presente, es idóneo.
En método, estilo y talento, alguien disfrazado de Lupin, inspirándose en la novela de El collar de la reina publicado en 1923, comete faltas, pero nunca lo atrapan. Quizá porque su método identifica cuándo renunciar al caso. Puede equipararse (por oposición) a Dupin, detective que crea Edgar Allan Poe, quien patenta un género policíaco y terrorífico.
De seguir utilizando las múltiples personalidades que constituyen a Lupin, resultará factible aun realizar películas, obras de teatro y escribir más volúmenes que dignifiquen el legado. Leblanc sustituye la realidad con algo imposible. He ahí el encanto.
@erandicerbon