¿Lo primero que publica un autor vaticina su futuro? En ocasiones la obra triunfa, en otras estigmatiza. Peter Handke (Austria, 1942) publicó Los avispones (editorial Nórdica) durante 1966, iniciando una trayectoria literaria que le conducirá a ganar el Premio Nobel en 2019. Similar al políticamente incorrecto Michel Houellebecq, pero él, al igual que Olga Tokarczuk, sí lo obtuvo.
Este suceso indignó a quienes tienen conocimiento de causa: crítico de la extrema derecha, alineado con Serbia en el conflicto de los Balcanes y opositor del bombardeo hacia Belgrado durante los ataques de la OTAN. Sobre su vida mucho divulgan, tanto que el ámbito público parece el único donde figura, pues lo privado, como surge en cada narración, incumbe también al mundo.
El libro está segmentado en títulos, no capítulos. Aunque inconexos repiten ideas, frases que mencionan lo mismo: un tren, avispas, la nieve, el cine, bicicletas (...). Caracterizándose por la frescura de una prosa deslustrada, tiene de suyo la originalidad. Los que consideran requisito leer algo “bien escrito” reprobarán el relato. Aquellos que busquen desentrañar temas, hallarán factores ocultos en la obviedad, basta poner atención: “Sacramento. Santamento. Sacramaría. Sacramantía. Santamerto. Santrament. Santanto. Santro. Sand. Santamía. Stanto”.
En el transcurso de la novela Handke únicamente menciona el nombre propio del hermano ahogado, los demás resultan padre, hombre, mujer, madre. Declara cosas que parecen disparate y aún así lo hace con una seguridad que de requerir comprobarse sería ofensivo. Quizás semejante certeza, que emerge en cada novela venidera, lo llevó al éxito, uno polémico y, sin embargo, contundente, inapelable.
@erandicerbon