Ya no es un concurso que inmortaliza por una trayectoria sino un galardón para darse a conocer. Así ha sucedido cuando menos la última década en relación con el Premio Nobel de Literatura, aunque en esta última premiación la academia acertó.
Los escritores son, como diría Roberto Bolaño, héroes públicos y secretos. En el caso de Jon Fosse (1959) tenía fama sobre un público selecto antes de volverse universal. The Daily Telegraph le otorga el puesto 83 de genios vivos; ha escrito alrededor de seis decenas de obras y es caballero de la L'Ordre National du Mérite francesa. Sin embargo, estos detalles no rinden cuentas de nada, hasta leerlo.
¿Qué escribió? La editorial que lo publica en habla hispana es De Conatus, por ejemplo Septología editada en cuatro tomos. Noruega como escenario de (el clásico artista ermitaño) un pintor aislado en su propio paisaje: el fiordo. Asle fue todo y sin medida, adicto e incomprendido se sumerge en el nostálgico mar cuyas aguas ahogan la conciencia del hombre triste.
La obra literaria de Fosse compuesta por novelas, obras teatrales y poesía queda mejor resumida en este poema:
(…)
“Para algunos/ la vida se vuelve/demasiado ligera/ y a la vez demasiado pesada/ y se apartan de lo que sucede/ y se quedan ahí/ inestables/ avergonzados/ y no saben qué decir/ no tienen nada que decir/ y por eso hay que decir algo/ Y avanzan/ con pasos ligeros y rectos/como el viento/ avanzan/ y se quedan ahí/ pesados para sí mismos/ en la luz del otro/ mientras la vergüenza/ se disuelve (…) Y entonces se dice”.