Muchos recordamos como durante décadas el Informe de Gobierno, además del “Día del presidente”, se convirtió a su vez en un ritual histórico y político muy común para los mexicanos.
Ahora bien, si este ritual histórico como costumbre y uso ha venido a ser sustituido por el primero de diciembre, y de manera sexenal, con la toma de protesta del nuevo presidente de la República, la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como Presidente Constitucional de México no fue la excepción a esta regla.
Consciente o no de lo anterior, el nuevo presidente, ungido como tal por el sufragio de cerca de 30 millones de mexicanos que votaron por él, ha decidido dar un golpe de timón, revisando en tiempo record la viabilidad de lo que fueron sus principales propuestas de campaña; mismas con las que se hizo del voto para sí tanto como para los representantes de su partido en el Congreso y las gubernaturas en los estados.
Aún y cuando seguirán los gasolinazos, como lo confirmó el Secretario de Hacienda Carlos Urzúa, subrayando que el combustible subirá conforme con la inflación anual, durante la ceremonia de investidura el Mandatario ratificó que se derogará la mal llamada Reforma educativa—que fue más una reforma laboral y de castigo político para quienes se dedican a la educación pública—en tanto se pretenderá penalizar la corrupción, el Ejército mexicano seguirá en las calles para preservar la seguridad al interior del país, se convocará a consulta—bajo supervisión directa del INE esta vez—la posibilidad de erigir una Guardia nacional (con al menos 50 mil efectivos) y se emprenderá la construcción de una de las dos refinerías que había prometido durante su campaña (en aras de bajar el precio del combustible al menos hasta que se concluya una) sin contar con la deuda del inacabado NAICM, misma que para evitar que se demande individualmente al nuevo presidente, se ha convertido ahora en Deuda pública que pagaremos todos.
Lejos de tomarse como algo negativo, la muy necesaria revisión en cuanto a la viabilidad de propuestas y proyectos debería de ser vista como un elemento afortunado y hasta restaurador por parte del nuevo jefe del Ejecutivo y Comandante supremo de las Fuerzas Armadas, puesto que de hacerlo significaría de entrada una mayor apertura a las necesidades y demandas de los mexicanos e implicaría de su parte la voluntad personal de buscar estar a la altura de su cargo.