Síndrome de Estocolmo Opus I, variación 3: esta historia bien podría parecer ficción política; pero por desgracia, tal parece que desde el siglo XIX la farsa y la tragedia han elegido a México como escenario permanente.
Luego de una serie de componendas electorales con sus antiguos rivales políticos a cambio de impunidad, y casi dos décadas persiguiendo la presidencia del país —sin haberse procurado ni preocupado siquiera por disponer de la preparación necesaria o un equipo de colaboradores aptos— un irresponsable firma una serie de acuerdos para ingresar a delincuentes y migrantes ilegales en contubernio con organismos criminales internacionales que se especializan en tráfico humano, (como el Foro de Sao Paulo y la ONU) a los que ofrece privilegios por encima de sus paisanos y a costa del dinero de sus impuestos.
Los delincuentes y los migrantes a su vez están llamados a cruzar la frontera norte con miras a engrosar el padrón electoral de otro país y desestabilizarlo, afectando su integridad y libertad.
Sin embargo, a diferencia del país huésped, el país vecino que es blanco a ser afectado resulta ser un Estado fuerte que se encuentra a su vez dirigido por un individuo nacionalista que ordena a su vecino a detener el flujo de invasores que buscan afectarlo, amenazándolo con obligarlo a pagar con impuestos o aranceles por su acción criminal y dolosa.
El responsable ( irresponsable) que presumía de bravucón ante su pequeña Corte se espanta ante la amenaza, calla y temeroso empieza a frenar a los migrantes ilegales y a los delincuentes que deliberadamente había dejado pasar a su país—convirtiéndolo ahora en un gran muro de contención humana—y quedando obligado no solo a brindarles manutención sino también a pagar un alto precio al vecino poderoso ofendido: comprometiendo su soberanía económica y lo que le queda de dignidad, siendo forzado a comprar grandes volúmenes de productos agrícolas al mismo, a cambio de su perdón.
En resumen: solo un idiota o un cómplice criminal aplaudiría al tipo por recular (no por virtuoso, sino amenazado por el vecino más fuerte) a sus malas acciones y lo vendería como “salvador” de la situación que él mismo creó y que nos puso en riesgo innecesario a todos.