El maíz es uno de los alimentos más tradicionales de México y su consumo se registra desde épocas precolombinas.
No podríamos concebir la alimentación de los mexicanos sin el maíz. Las tostadas, los tacos, las enchiladas, las quesadillas, las gorditas, los chilaquiles, los tamales, el atole, los sopes, los elotes y las flautas son parte integral de nuestra dieta diaria.
Por eso nos duele tanto cuando se incrementa fuera de proporción el su precio, y por consiguiente de su principal producto nacional: la tortilla.
En los últimos días los precios del maíz y la tortilla han subido como pocas veces.
¿Cuáles son las causas de este descontrolado incremento? Encuentro fundamentalmente tres.
Primero, la guerra. Entre Rusia y Ucrania producen alrededor del 20% del cereal en el mundo.
El conflicto ha causado que la cantidad del grano en el mercado se haya reducido considerablemente.
Segundo, la sequía. La falta de lluvias en los campos está generando cosechas menos productivas, con costos de extracción de agua cada vez mayores y dado que la mayoría de las milpas son de temporal la producción de maíz está condenada a reducirse irremediablemente.
Tercero, los altos precios del petróleo. En países como Estados Unidos y Brasil una alternativa para reducir el costo de los combustibles, cuando se dispara el precio del petróleo, es mediante la mezcla de las gasolinas con etanol, el cual se deriva del almidón de algunos vegetales y granos, principalmente el maíz.
Los efectos de una subida en los precios del maíz para países como el nuestro son muy negativos.
Y no solo porque consumimos una dieta alta en granos y cereales, sino porque también éstos son utilizados como forrajes para el ganado, sobre todo cuando los campos están secos.
El maíz, como vemos, es parte esencial de nuestra alimentación, de nuestra economía y de nuestra cultura.
Un incremento en su precio no solo impacta en la tortilla, sino en muchos otros rubros, como en la proteína animal y en las gasolinas, generando trastornos diversos en nuestra sociedad.
Quizá sea momento de retomar los proyectos de inversión en investigación, ciencia y tecnología para incrementar la productividad de nuestras milpas, y lograr así que México sea autosuficiente en la producción de granos.