En el amanecer de 2024, México enfrenta un panorama económico complejo, marcado por un incremento significativo del salario mínimo en contraste con una tasa de inflación en ascenso.
Como nunca, el salario mínimo general (SGM) se establece en el máximo histórico: 7 mil 468 pesos al mes, con un aumento aún mayor en la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN), estimado en 11 mil 246 pesos mensuales. Estas cifras son el resultado de una política activa del Gobierno de la 4T, coordinada por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, que ha llevado a un aumento acumulado del 110%.
Desde 2018, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha implementado una serie de aumentos, resultando en un incremento acumulado desde los 2 mil 600 pesos mensuales al inicio de su administración, hasta los más de 7 mil 400 para cerrar su gestión.
Nadie pone en duda que en este sexenio se ha incrementado el salario como nunca antes, sin embargo, este aumento salarial se ve ensombrecido por un contexto inflacionario creciente, y es que según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de inflación general en México alcanzó el 4.46 por ciento anual en la primera quincena de diciembre, superando las expectativas del mercado y la meta anual del 3 por ciento del Banco de México.
El incremento del salario mínimo, si bien beneficia a cerca del 31 por ciento de los trabajadores subordinados según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, debe analizarse en el contexto de una inflación que erosiona el poder adquisitivo. Los consumidores mexicanos, como en otras partes del mundo, están experimentando una reducción en el valor real de su dinero, evidente en la práctica de reducir el tamaño de los productos sin disminuir su precio. Esto afecta no solo a bienes básicos como el papel higiénico, sino también a productos de consumo cotidiano.
Este escenario económico, aunque no lo crea, es reflejo de desafíos globales como el aumento en los costos de las materias primas y los retrasos en las cadenas de suministro, por ello la inflación del supermercado hace que los consumidores pensemos dos veces antes de comprar aguacate, limón o cebolla, que han aumentado de forma dramática y no necesariamente reflejan las proyecciones inflacionarias de Banxico.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales, que según el Inegi han ayudado a reducir la precariedad laboral a su nivel más bajo en una década, la realidad inflacionaria plantea un desafío significativo.
Las normas son claras, el Artículo 90 de la Ley Federal del Trabajo (LFT) establece que “el salario mínimo debe ser suficiente para cubrir las necesidades de un jefe de familia en los ámbitos material, social y cultural, así como para la educación obligatoria de los hijos”. Sin embargo, el desafío persiste en garantizar que este ideal se refleje en la realidad cotidiana de las familias mexicanas.
La disminución de la pobreza laboral y la reducción de la brecha salarial, especialmente entre las mujeres, son avances importantes. La reducción ha sido notable, pero aún no alcanza los niveles previos a la pandemia, menos la recuperación completa del poder adquisitivo del salario mínimo, perdido en las últimas tres décadas, esa sigue siendo una meta lejana.
El aumento del salario mínimo en México, por lo tanto debe entenderse en un contexto más amplio de desafíos económicos globales y locales.
En tanto el país se recupera de la pobreza laboral exacerbada por la pandemia, el incremento salarial representa un paso en la dirección correcta, pero su impacto real depende de la capacidad del Gobierno y de las políticas económicas para manejar la inflación y garantizar que los aumentos salariales se traduzcan en mejoras concretas en la calidad de vida de los ciudadanos.
EN ALCANCE
En Nuevo León la tasa de recaudación se mantiene alta, sin embargo, aún tenemos mucho que aprender en materia digital. Es 3 de enero de 2024 y en la capital del estado no se puede pagar el predial en web. Tampoco en San Nicolás de los Garza. Mejor suerte para este 2024.