AMLO se excedió… más.
Y sigue. No hay contrapeso que le ayude a parar.
En sus últimos momentos del sexenio publicó información privada de una ciudadana, a la que califica de opositora por encabezar la organización Mexicanos contra la Corrupción.
Con premeditación, alevosía y ventaja, desde el máximo poder del Estado, difundió datos personales de una viuda y su familia. De paso, embarró a su amigo, entonces procurador capitalino y hoy consejero de la Judicatura Federal, Bernardo Bátiz.
Ayer el “fiscal Romero Oropeza”, que cobra como director de Pemex, nuevamente acusó a María Amparo Casar ante la opinión pública y ante el “juez Obrador”, a quien le pagamos para que gobierne.
Este último, desde antes, ya había encontrado culpable a la mujer. Su veredicto: el marido se suicidó desde el piso 12 de la torre de Petróleos Mexicanos hace 20 años (no fue un accidente), por lo que ella no debe ni debió cobrar pensión (derecho económico que, por cierto, también le quitó a priori desde hace meses).
¿Sin aviso? ¿Sin juicio? ¿Por qué? Porque quiere y puede. Así arman y resuelven expedientes en Palacio. Lo importante no es la justicia, sino dañar la reputación de quien revela malas actuaciones o corruptelas. Porque, como saben, “lo que no mancha, tizna”.
El régimen no soporta la crítica, mucho menos si es verdad. Por ello intenta silenciar la voz de quien osa poner “los puntos sobre las íes”.
Su estrategia es censurar a través del desprestigio.
En eso ocupa el dinero. Nuestros impuestos trabajando en el tribunal sumario de las mañaneras. Desde ahí se señala y sentencia en el transcurso de una conferencia.
En eso está el presidente del país del narco y la impunidad.
Violando leyes, AMLO abusó del poder que la banda le confiere. Incluso simpatizantes de la llamada 4T advirtieron, además de la ilegalidad, la bajeza.
En 26 días la gente votará por la persona que lo sucederá. En 21 semanas se irá, según sus declaraciones, al rancho.
Anda como el Balrog, “demonio de poder” del mundo Tolkien, que durante su desplome al vacío en las minas de Moria se vuelve más peligroso. Es cuando, para no derrumbarse solo, suelta el látigo de fuego que arrastra a quien lo encara.
En el ocaso de su mandato, López Obrador experimenta la caída.
Aquí entre nos
Menos mal que la venganza no es su fuerte.