El pasado 30 de abril, Día del Niño, me llamó la atención que en la radio y en las redes sociales muchos recordaron el tiempo en que fueron niños. Unos hasta platicaron con el niño que llevan dentro.
Otros, tal vez inspirados en Freud o en Santiago Ramírez, agradecieron a ese niño que llevan dentro lo que hizo por ellos en su infancia: “Gracias a ese niño –expresión muy repetida– pude llegar a ser lo que soy”.
No es cierto que “todos” llevamos en nuestro ser el niño que durante un tiempo fuimos. ¡Qué bueno sería eso! Pero no es así.
El niño con el que nacimos, dotado de capacidad de asombro, curiosidad, creativo, imaginativo, correlón, explorador, se pierde muchas veces antes de que cronológicamente se deja de ser niño. Ello como consecuencia, en términos de Foucault, de la sociedad de vigilancia, control y corrección en la que el niño nace y crece.
Ante una situación así, una persona solo puede llevar en su ser el espíritu de niño durante toda su vida si tiene resistencia para no perder la imaginativa y capacidad de asombro, para poner en cuestión todo lo que se le muestre como bueno, verdadero y justo, hasta en tanto no atraviese el matiz de la crítica del niño que lleva dentro.
Los primeros que diezman la imaginativa y capacidad de asombro del niño para poner en cuestión lo que se le muestra como incuestionable, son los padres; después la Iglesia; luego la escuela y el entorno social en el que el niño se desenvuelve.
Así determinado por la ortopedia social, a los seis o siete años, si no es que antes, el niño aprende que es mejor obedecer que seguir preguntando; que es mejor aceptar los dogmas que atreverse a pensar. Es en ese momento cuando se deja de ser niño.
Pocas son las personas que se mantienen con espíritu de niño durante toda su vida. Y para que un niño pueda resistir como tal hasta los 70, 80, 90 o más, tiene que aprender, con mucho esfuerzo, lo que antes en él era innato: capacidad de asombro, imaginativa, formular preguntas fundamentales, etcétera, que es propio de los filósofos: ¡Qué difícil es ser niño!