La violencia en contra de la mujer es un flagelo permanente en nuestra sociedad, pero que en época de elecciones se vuelve todavía más crudo al presentarse de diferentes formas.
Primero con la designación de candidaturas en donde al verse designadas, las mujeres que aspiran a puestos de elección popular reciben el juicio de la clase política predominante, principalmente por hombres, donde si no son del agrado o de algún grupo, las reprochan y buscan bajarlas de la contienda.
Pasado el primero filtro de violencia, viene el de las campañas políticas donde generalmente son señaladas por los candidatos hombres como rivales débiles y buscan vencerlas a base de estrategias sucias.
El tercer filtro de violencia es el día de la jornada electoral donde muchas mujeres son intimidadas para dar el último paso para ganar posiciones y ser gobernantes.
De resultar triunfadoras, son presa de comentarios negativos o pesimistas en cuanto a lo que será su labor de gobierno.
Lo anterior solo es un ejemplo de lo que ocurre en estos momentos en Hidalgo donde más de la mitad de las candidaturas de todos los partidos son ocupadas por mujeres, lo cual debe mostrarse como un avance para las demás votaciones, de cara a renovaciones importantes como la de 2021 y 2022 en el estado.
Sin embargo, de poco servirá el que las mujeres vayan ganando espacios sino empezamos por respetar sus derechos fundamentales, siendo el primero el del respeto.
Se cumple la primera semana de campañas en Hidalgo y ya hay varias denuncias realizadas por las candidatas, por lo que el tema no debe quedar en la omisión y se debe analizar en los debates del Instituto Estatal Electoral, así como al interior de las dirigencias partidistas donde se debe llamar a los candidatos hombres a evitar el hostigamiento.