Los hidalguenses conocen a la perfección el discurso, formas políticas, apariciones, obras, vida y milagros de la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz, quien desde hace casi 20 años ha estado en la escena del estado con sus pausas y sus épocas más memorables.
La que fuera primera comisionada nacional de los Pueblos Indígenas –Hidalgo ha tenidos dos titulares de la ex CDI, y ambas del mismo pueblo de Tepatepec en Francisco I. Madero- desde el sexenio de Vicente Fox, también anduvo por su estado en aquellos tiempos, prometiendo y otorgando, gestionando y siendo parte en ese momento de la gran ola azul del panismo foxista que buscaba perpetuarse en el poder, por mucho tiempo.
Se le mencionó desde entonces para ser gobernadora, para derrotar al PRI de toda la vida en Hidalgo, en donde comenzaba a figurar Miguel Ángel Osorio Chong, entonces secretario de Gobierno del estado y con quien Xóchitl tuvo sus primeros encuentros.
El panismo hidalguense nunca la tomó en cuenta y terminando el sexenio de Fox, Gálvez Ruiz no volvió a aparecerse en público en Hidalgo un buen rato, hasta que a mediados del calderonato (2009), regresó con la clásica fórmula del power indígena y el yoyismo que hoy está en boca de todos.
En ese momento el panismo nacional la convence de ser su candidata a gobernadora para 2010 y de nuevo buscar derrotar al PRI en Hidalgo, cuya fuerza descomunal dejó a Xóchitl de nuevo fuera de la contienda, con una derrota con tintes de fraude que nadie que lo haya vivido en Hidalgo puede olvidar.
Sin embargo, Xóchitl no cumplió, pues prometió retirarse de la política en ese momento, cansada de las tracaladas y todo lo que sufrió en el estado, en donde incluso su familia salió mancillada; años después regresó para seguir apoyando la escena panista local con personajes que buscaron la presidencia municipal de Pachuca, las diputaciones federales, entre otros cargos.
Para 2016 se le volvió a mencionar como posible aspirante a gobernadora, pero el tener que medirse de nueva cuenta al PRI, ahora con Omar Fayad y con Enrique Peña y de nuevo con Miguel Osorio encumbrado en la Segob, la hizo pensarlo más de dos veces; guardó sus cartas con todo y el discurso indigenista y preparó el camino para 2018 al Senado, su movimiento más inteligente, pues no fue intempestivo, estuvo muy bien negociado, y ahora la tiene con piso y plataforma política y financiera rumbo a una candidatura presidencial.