La modificación electoral de permitir que los contendientes de una elección municipal puedan acceder al cabildo como regidores, cuando no obtengan el triunfo, más que abonar a la pluralidad democrática, ha generado problemas en los ayuntamientos.
Una reforma que nació a un par de legislaturas locales, y que está, al parecer, próxima a derogarse, es un tema que dará de qué hablar en este periodo de transición de los municipios hidalguenses.
Sin embargo, hay quienes congruentes con la política de respeto a la determinación del sentido del voto y a la voluntad popular, prefieren hacerse a un lado, como lo anunció recientemente Benjamín Rico, ex candidato a la presidencia municipal de Pachuca, a quien el Instituto Estatal Electoral le asignó un espacio en el cabildo de la Casa Rule, el cual dijo que no ocupará por razones muy claras.
Rico Moreno argumenta que desde dichas posiciones, al arribar personajes que compitieron por una alcaldía desde otros partidos o expresiones políticas, se corre el riesgo de llevar la pasión electoral y de los resultados a las decisiones de la asamblea, que deben ser ajenas completamente a lo partidista, ya que se tratan asuntos torales como los servicios municipales, la salud, la seguridad y otros más.
Como él, deberían analizar los demás ex candidatos el valorar si es correcto ocupar la regiduría, ya que se cuenta con la experiencia de los actuales gobiernos municipales, en donde los ex aspirantes de 2020 a 2024, actuales regidores en la mayoría de los casos, llegaron a obstaculizar, más que ayudar, a los planes de gobiernos locales, como vimos en casos de Tizayuca, de Huejutla, de Tula, de Ixmiquilpan, en donde las asambleas no fueron más que rings de lucha.
Los cabildos fueron concebidos para dar espacios a los representantes de colonias, vecinales, de barrios, líderes de organizaciones sociales, activistas y defensores de derechos de animales, de personas, que tengan la validación y el talento de servir a los demás y que no estén ahí por haber participado en una contienda política.