La polarización política del país tiene a más de uno con su lista de deseos a tope, todos con las más duras y malas intenciones para con los que no toleran en esta vida.
En la cena de Navidad, donde todo debe ser paz y armonía, se escucharon y leyeron cualquier clase de comentarios para descalificar a quien piensa diferente o quien actúa de forma contraria a lo que uno considera normal.
En épocas de reflexión, parece que ocurre todo lo contrario y vemos manifiestos y desplegados en medios y programas de televisión, que dictan lo que unos y otros debemos hacer en nombre de la patria y la libertad, o de lo contrario seremos tratados como traidores y clasistas.
Del otro lado, en las charlas de café invernal, aparecen las viejas costumbres del conservadurismo en el que nada puede ser diferente a como fue hace 40 o 50 años.
¿Acaso tendríamos que evolucionar para pensar como lo hacemos ahora?
Si bien nuestra sociedad se ha endurecido con ideologías que nos llevan de un extremo a otro, hay un pequeño hilo esperanzador que nos mantiene libres de dogmas: el cerebro.
Ponerlo en uso y práctica social durante días de asueto, periodos vacacionales, fechas donde la gente parece abrirse más a mostrar sus verdaderos sentimientos, puede ayudar a que mediante un pensamiento serio y concreto, se llegue a un acuerdo pese a no estar en la misma ideología.
La política en el país es muy dura con quien no le sabe entrar, por eso es mi deseo expresar en este fin de año una pequeña lista de deseos para que podamos sobrellevar la “cuesta” de enero.
Primero, no desear el mal de forma generalizada, si es que no pensamos como la otra persona, mejor es dejar fluir la enemistad y seguir con nuestra vida como si aquello no hubiera ocurrido.
Segundo, solo se trata de una fiesta o cena navideña o de fin de año, no es el Parlamento británico en donde se tenga que imponer nuestro voto y nuestra voz.
Tercero, se debe dar espacio a las nuevas generaciones para que se expresen de forma libre, o estaremos cayendo justo en donde tanto hemos criticado, en aquellos personajes vetustos que no nos dejaron crecer y desarrollarnos como una sociedad libre.
Eduardo GonzálezTwitter: @laloflu
