Que en lo que ya es claramente una desbandada del PRI en el Estado de México hacia el partido que alguna vez fue su aliado, el PVEM, ayer se confirmó la adhesión al partido del tucán de Héctor Eduardo Velasco Monroy, ex titular de la Liga de Comunidades Agrarias, ex secretario particular de Enrique Peña Nieto y ex cónsul de México en San Antonio Texas, hoy busca un espacio en la 4T mexiquense para consolidar el proyecto de la gobernadora Delfina Gómez.
Que hablando de la Cuarta Transformación, al parecer la desaparición de la tenencia vehicular en el Estado de México es viable, o por lo menos así lo han considerado los diputados en la Legislatura local, quienes discutirán este tema durante el análisis para la aprobación del Paquete Fiscal para 2025. El tema es debatible pero dispondrían de una gran aceptación popular, claro, en el caso de que pase.
Que hoy rinde protesta Ricardo Moreno como nuevo presidente municipal de Toluca, y a dos semanas de arrancar formalmente su periodo en la capital mexiquense, hay amplias expectativas sobre los proyectos que pueda aplicar en la decaída ciudad, una de las más pobladas -y complicadas- de la entidad mexiquense.
Tiene a cuestas el pésimo estado en que Juan Maccise, el efímero alcalde priista, le deja el municipio: con altos índices de inseguridad, atraso económico y deterioro de la infraestructura urbana. También tiene como reto superar la imagen de su antecesor morenista Juan Rodolfo Sánchez, de triste memoria y que se fue enmedio de protestas populares por su mala administración en muchos aspectos financieros. El asunto no es menor, pues a partir de lo que haga estos tres años Moreno podría también ampliar sus expectativas políticas a futuro.
Que muchos opinan que el operativo Atarraya, recientemente implementado debería establecerse de manera permanente, y recuerdan aquella decisión en épocas de Eruviel Ávila, para cerrar antros y table dances, utilizando la Comisión para la Protección Contra Riesgos Sanitarios para tal fin, que les revisaba hasta si había olor a cigarro aunque el fondo del asunto era arrebatarles espacios de trata a los cárteles.
El detalle es que no pocos siguieron operando “en lo oscurito”, por puertas traseras, aunque en las frontales lucieran enormes sellos, lo cual los volvió aún más peligrosos.
