Que ayer la declaratoria de inicio del proceso electoral local 2024 en la sede del Instituto Electoral del Estado de México que encabeza la presidenta Amalia Pulido fue muy reveladora del equilibrio de fuerzas, a juzgar por la capacidad de “jalar marca” que tiene el secretario general de Gobierno de la 4T, Horacio Duarte Olivares.
Fue el más solicitado por políticos y periodistas y por supuesto se multiplicó para atenderlos, todo cordialidad. Otros personajes, aunque menor, también tuvieron un rating importante.
Que algo quedó muy claro en la mencionada sesión de apertura: justo en el día clave, varios representantes de partidos exhibieron un nivel lastimoso de argumentación y oratoria. Rondaron una y otra vez los lugares comunes, con una penosa lectura de los textos que quizá alguien les preparó. Casos que quedan como emblemáticos, entre otros, fueron los del PVEM, con Fabián Enríquez, y del PRI, con Víctor Capilla. Este último hasta se aventó la puntada de cerrar su intervención con una suerte de slogan: “no somos perfectos, pero damos resultados”.
Quizá por esa razón la presidenta del PRI, Ana Lilia Herrera, se vio molesta al final del evento. La diputada federal, acostumbrada a los grandes retos, sabe que inicia un camino complicado y lleno de obstáculos, y el primero seguramente será fortalecer los vínculos con el PAN y PRD de la Alianza Va por el Estado de México, o como se vaya a llamar en su versión mexiquense el “Fuerza y Corazón por México” enarbolado por Xóchitl Gálvez en búsqueda de la grande. Por lo pronto el reloj ya está en marcha, y los trabajos encomendados a la lideresa, bajo no poca presión.
Que ya se saben de memoria la máxima de que en política nada es casualidad, y por ello no extrañó que la víspera comenzaran a circular versiones de presuntos vínculos corruptos de ex funcionarios estatales con firmas empresariales.
A algunos de esos supuestos no se les ve pies ni cabeza y suenan más bien obsoletos, pero quizá los estrategas confían en que la rumorología de las “benditas redes” harán lo suyo como bola de nieve. Al tiempo, que cinco meses pasan volando.
