Que tras la llegada de más mujeres al gabinete del gobernador Alfredo Del Mazo Maza, todavía se especula que continuarán los movimientos en las diferentes áreas de la administración estatal, a dos años de que concluya. El tema es definir, con bases, las apuestas de quienes observan y comentan la vida política, ejercicio muy válido pero que con frecuencia cae en el chisme y en la sospecha de hacer más grilla que análisis. A ver cómo pintan las cosas.
Que los alcaldes del sur del Estado de México, sean de cualquier partido político, se encuentran preocupados por la falta de recursos y proyectos que servirían para detonar el desarrollo en sus administraciones, así se demuestra en las gestiones que realizan de manera independiente ante los poderes Ejecutivo y Legislativo, con sus visitas tanto a coordinadores parlamentarios como a la Secretaría de Finanzas estatal.
Ejemplo de ello son los perredistas encabezados por Arturo Piña García, quienes insisten en la reactivación económica de esta parte del territorio estatal. También la alcaldesa panista de Zacualpan, Beatriz Pérez, quién ya va más de tres veces que visita a la bancada blanquiazul para gestionar.
Que resulta importante el apoyo a la intención de la Comisión del Agua del Estado de México (CAEM), que busca incrementar la plantilla laboral del Grupo Tláloc, unidad especializada en la prevención, atención y mitigación de siniestros relacionados con inundaciones. El pequeño detalle es, como siempre, el presupuesto, pero sin duda es necesario el fortalecimiento de este grupo de "héroes sin capa", de los que nadie se acuerda hasta que está una desgracia encima. Y no falta mucho para la época de lluvias, por cierto.
Que un foco más de alerta en materia de seguridad debe ser la presencia de presuntos miembros del CJNG intentando apoderarse del lucrativo negocio del "huachicol" en Valle de México. Las autoridades tienen a cuatro de ellos bajo proceso por esa razón y por homicidios relacionados, pero es obvio que ese tipo de organizaciones no actúan con tan poca gente. El caso Guanajuato, en Santa Rosa de Lima, debería ser las barbas del vecino que se vieron cortar, para no enfrentar aquí una situación similar.