“La avaricia, el miedo y el narcisismo” son los mayores obstáculos al desarrollo de buenas ciudadanas y ciudadanos, ha planteado Martha Nussbaum, la filósofa norteamericana conocida por su contribución al pensamiento de las capacidades como condiciones de prosperidad y, también, por su particular lucidez en la cuestión del empoderamiento y la inclusión de las mujeres.
Si uno pasa revista a los principales medios informativos del planeta, la pandemia de la desconfianza en las instituciones políticas; los conflictos armados; las múltiples segregaciones y desplazamientos que vuelven imposible la vida para millones de personas; o el odio manifiesto en los extremismos partidarios, son temas comunes a todos ellos.Diera la impresión que, como un todo, estamos condenando aceleradamente al planeta y a nuestra especie al precipicio del absurdo y la aniquilación.
Preguntarse por la raíz de esa situación nos lleva a Nussbaum.
Al final, diría la académica de Ética y derecho, se trata de avaricia, miedo y narcisismo externados en búsquedas sin recato ni límites de la ventaja personal absoluta, la ganancia inmediata, el éxito por atajos.
Tal vez se trate también de desconfianza producto del miedo al otro, al que es preferible etiquetarlo y prohibirle la entrada antes que inventar caminos de conocimiento y aprecio.
Y el narcisismo, ese tercer factor que no solo impide el acercamiento al otro, sino tergiversa la propia imagen al escindirla de su entorno, contexto y ámbito de relaciones. Se forma así una visión trunca de lo propio y de lo otro. Emergen las discriminaciones, las luchas fraticidas y la exclusión indolente.
Pero aún en esa constatación de imbecilidad abrumadora, hay notas, en esos mismos medios, de notables ejemplos de desprendimiento, esperanza y solidaridad. De lucidez humana abierta al otro desde una identidad situada y valorada, capaz de emparejar caminos para tránsitos en ambos sentidos.
Formarnos en la buena ciudadanía es ir contra la avaricia, miedo y narcisismo.
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