Política

Vergüenza y frustración

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Es trágico padecer un gobierno probadamente inepto para todo —menos para empobrecer, sembrar odio y destruir al país— que diario burla a la ley y miente con descaro sin igual. Por eso, en medio de la tragedia sanitaria agravada por sus pifias; devastados económicamente, en gran medida por sus arbitrariedades y despilfarros; con una violencia criminal desafiante, que vomita metralla por todas partes, para corresponder a los amorosos abrazos presidenciales, al inquilino de Palacio (inspirado en su filósofo de cabecera y paisano, “Chico-Che”) se le ve huyendo de la realidad, simulando ser feliz, pero turulato.

Sus cuentas son cuentos y su “derecho de réplica” no lo usa para argumentar y debatir, sino para injuriar sin responder.

A lo anterior —y para nuestra mayor desgracia— se suma el comportamiento contradictorio y algo reptante de algunos gobernadores, esos que, después de los respetos y atenciones debidos al visitante, pusieron inmerecidas coronas en las sienes del “emperador”.

Sus motivos podrán ser varios, pero justificación no tienen.

Los mismos que han sufrido abusos, agresiones y majaderías presidenciales, esos que recientemente cuestionaron con valor la insensatez y atropellos del Presidente, ahora lo reciben en sus feudos con lisonjas: lo llamaron “honesto”, “hombre de bien” y “demócrata”. En momentos parecieron tapetes persas: elegantes, pero dispuestos para ser pisados; y sobre ellos pisó fuerte el que les tiene tomada la medida. Los desprecia por considerarlos pequeños adversarios.

Si estos son nuestros líderes, estamos perdidos. Duele mucho decirlo, debido al afecto y el reconocimiento que por diversas razones bien merecen, pero ante esos desvíos debemos alzar la voz.

Al que ha cometido desde la Presidencia todo tipo de violaciones a la ley (como disponer a su antojo de más de 70 por ciento del presupuesto para obras y servicios) y se le tienen probadas miles de mentiras y un sinnúmero de tropelías y fanfarronadas, no se le puede llamar honesto ni hombre de bien; a ese que es autócrata hasta la médula de los huesos decirle “demócrata” resultó, involuntariamente, un chascarrillo mordaz.

Cierto, no son tiempos para reyertas que mermen y dividan, sino para respeto recíproco, unidad en la pluralidad y compromiso solidario, pero hablando con la verdad. Limar asperezas, sí, bajezas, no.

Es inadmisible pisar a otro, pero es más depravado dejarse pisar; y peor aún si se representa a miles o millones de gobernados. De verdad fue decepcionante ver cómo le quemaron copal los que por momentos más parecían sirvientes zalameros que gobernadores. No dudo que tienen el valor para rectificar.

PD. Persiguen a los del pasado y dejan impunes a los que saquean ahora; todo es simulación de fulleros con propósitos electorales: su Transformación de Cuarta.

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Diego Fernández de Cevallos
  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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