Antes de asumir la presidencia, Felipe Calderón pidió a Vicente Fox solucionar “el problema de Oaxaca”, el cual consistía en una revuelta contra Ulises Ruiz, el sátrapa del PRI que gobernaba el estado.
La salida del gobernador era una solución justa y práctica, pero la nomenclatura priista no estaba de acuerdo y Calderón necesitaba de su apoyo para concretar su toma de posesión, ante las protestas de fraude electoral desatadas por Andrés Manuel López Obrador.
Según su libro, Decisiones difíciles, fue en esta crisis manejada por el entonces director del Cisen, Eduardo Medina Mora, que conoció en persona a Genaro García Luna, a su vez director de la AFI; y a partir de ese momento decidió que éste último fuera secretario de Seguridad y Medina Mora, Procurador.
“García Luna y Medina-Mora —escribe Calderón— me presentaron una propuesta muy interesante en materia de seguridad pública formulada prácticamente en conjunto. Ambos coincidían en que el Ministerio Público solo debía dedicarse a llevar adelante los procesos legales, auxiliado por una policía eficaz, unificada, que hiciera su labor preventiva, pero que también coadyuvara en términos de investigación”.
Este es uno de los escasos apartados dedicados a su antiguo colaborador, hoy preso en EU, acusado de recibir sobornos del Cártel de Sinaloa durante sus funciones en el gobierno de Calderón. Tampoco se comenta nada más de Medina Mora, ahora bajo investigación por lavado de dinero luego de que la National Crime Agency de Reino Unido y el Departamento del Tesoro de EU reportaran transacciones financieras inusuales en sus cuentas.
Al final del volumen, el ex presidente anexa una nota sobre la detención de García Luna, en la que no dice nada diferente a los comunicados que ya ha emitido. “Si llegara a demostrarse su culpabilidad, —precisa Calderón— y se probaran los hechos de los que se le acusa, ésta sería una gravísima falta a la confianza depositada en él por la sociedad”.
Decisiones difíciles evidencia lo complicado que es para el ex presidente decidir explicar su relación con García Luna y Medina Mora, así como los acuerdos que hizo con el PRI más nauseabundo para reprimir Oaxaca y tomar protesta en 2006.
Este es uno de esos libros de memorias en los que las omisiones deliberadas de los autores revelan muchísimo más que lo que se imprime en sus páginas.
