Me escribió desde el exilio la señora Silvia Garza, hija del empresario Sergio Garza Garza y prima de José Luis Garza Gaytán, colaborador de los Zetas en Allende, Coahuila, quien junto con Héctor Moreno y Alfonso Cuellar vendieron información a la DEA para luego huir a EU y detonar una de las mayores masacres en la historia reciente del país.
Esta operación extranjera provocó que familiares y amigos de los traidores del grupo criminal fueran perseguidos. La cifra de miembros de la familia Garza desaparecidos suma 17, incluyendo mujeres, niños y personas de la tercera edad, cuenta la señora Garza, sobreviviente de esta tragedia.
“Me tocó ver una noche cómo balaceaban la casa de mi tío Víctor, que vive a una cuadra de mi casa: eran camionetas blancas y esa noche mis hermanos y yo ya no dormimos en nuestra casa; al día siguiente vi cómo saqueaban la casa de mi tío. Decidimos salir de Allende con dirección a Eagle Pass, Texas, en lo que esto pasaba, sin saber que ya no habría retorno. El cuartel militar está enfrente de la Garita, a medio kilómetro de Allende, y los soldados nunca hicieron nada para detener esta cacería”, cuenta la señora Garza.
“La violencia era exagerada, generalizada e imperaba un claro fallido Estado de derecho, ya que era un pueblo sin ley y hubo participación activa, o aquiescencia de las autoridades en la comisión de los delitos y violaciones graves a los derechos humanos”.
El 27 de junio de 2019 hubo una disculpa pública de la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el gobernador Miguel Ángel Riquelme, pero el acto se volvió protocolario, aunque en el mismo Sánchez dijo que el presidente López Obrador les había ordenado “ver a las víctimas a los ojos, a no escondernos ante su justificado enojo, a pedir disculpas como Estado y a realizar todo lo que esté en nuestras manos para reparar los agravios individuales y colectivos”.
La señora Garza, quien habló en el evento, se reunió luego con la funcionaria federal y el mandatario estatal. “Tuvimos una reunión privada en la oficina del alcalde con todas las autoridades. Ahí externamos varias familias nuestras necesidades latentes; tomaron notas, prometieron ayudarnos y aún no hay respuestas”.
¿Cuándo las habrá?, se pregunta la señora Garza.
Con justa razón.
Diego Enrique Osorno