La charla con El V, un interno de la cárcel de Piedras Negras que atestiguó y participó en las desapariciones cometidas aquí, transcurre lejos de la vigilancia de los funcionarios que “acompañan” mi recorrido por el lugar.
—¿Cómo era la cárcel cuando llegó usted en 2009?
—Para empezar, no había bandos. El control no lo tenían los custodios. El control lo tenía el encargado de plaza (Zetas).
—Usted llega, ¿y qué es lo que le hacen?
—Nos metían a máxima (área de castigo) y nos sacaban a trabajar a recoger basura, a lijarles los trabajos de la gente esa que estaba aquí, allá en los talleres. Eran los que estaban aquí recluidos.
—¿No eran los celadores?
—No.
—¿Y qué actividades comenzó a hacer usted?
—Cuando recién me trajeron de Saltillo para acá, trabajaba yo haciendo de comer o lavando ropa, porque ya tengo tiempo que no tengo visita, ¿verdad? Y ahí los apoyaba en lo que podía, en el módulo.
—Según las investigaciones, usted participó en la incineración de algunos cuerpos durante 2010-2011. ¿Es verdad esto?, ¿usted lo declaró o lo inventó la autoridad?
—Todo eso fue a base de que nos obligaban a hacer lo que el jefe de plaza quería.
—¿Pero qué fue exactamente lo que pasó?
—Pues nos sacaban en la madrugada del módulo, a las 12:00-1:00, y pues todo eso, lo que se ha dicho de aquí es lo que se hacía.
—¿Pero a qué se refiere exactamente? Porque hay muchas versiones.
—Pues se cocinaba a la gente que ya traían muerta. No se les veía la cara. Todo lo que se dice en las noticias de que aquí se secuestraban, que aquí se torturaban, que aquí se mataban… ya todo eso lo traían de afuera. Los traían vendados de la cara. En mi persona yo nunca vi ninguna cara, o un tatuaje o algo. Los encargados de eso eran Franki y Tenebras.
—¿A qué se refiere con cocinar? Para la gente que no sabe.
—Pues se quemaba a la gente.
—¿Y qué hacían?, ¿la dejaban aquí en los botes? ¿cómo era el procedimiento?
—Pues así en los tambos que traían ya agujerados. Los traían del exterior.
—¿Y luego?, ¿usted participaba?
—Sí, como le digo, nos sacaban. No por la voluntad de uno. Ellos nos sacaban a trabajar.
—¿Y cómo cuántas personas?, ¿cuántos cuerpos?
—Se corre el rumor que como 150, pero las que a mí me tocaron han de haber sido unas 70 u 80.
—Eso más o menos en qué tiempo, ¿se acuerda?
—Pues como en 2010. Yo creo que ya se hacía eso porque ellos hablan de más cantidad de gente. Pero en 2010-2011 fue cuando estaba eso aquí. Casi cuando llegamos de Saltillo era que se hacía todo eso.
—¿No hubo ninguna autoridad que intentara detener esto?
—Pues a mí eso no me consta. Como le digo yo no era de los encargados directos. De todo eso se encargaba el jefe de plaza. “Tráete esto y esos son los que van a trabajar. Van a hacer esto y esto” y eso se hacía. A mí nunca me dijeron: “mira, te traemos esto”.
—¿Usted nunca se negó?
—No podía negarme porque me enseñaron fotos de mi esposa, de mis hijos cuando estaban en la escuela. Ahí no podía negarme. ¿Por qué? Porque si la autoridad de aquí no hacía nada, nosotros como internos cómo íbamos a proteger a nuestra familia.
—¿Qué otros internos participaban así como usted?
—Uno que le decían La Viuda, La Araña y El Checo López.
—¿Y qué pasó con ellos?
—Los tres se fueron en la fuga.
—¿Y usted por qué no se fue?
—Porque yo no era gente de ellos. Esa es una razón más de que yo no quería nada con ellos. Ni con la letra ni con nada. ¿Usted cree que si hubiera sido gente de ellos me hubiera quedado para que me levantaran todo este proceso? Supuestamente quieren que agarre yo toda la bronca esta.
—O sea, usted participó, pero no…
—¡Yo nunca fui gente de ellos!
—¿Qué es lo que hacía usted exactamente?
—Picar los tambos. Yo no sé si a los otros tres los tenían obligados, pero lo que es mi persona sí me tenían obligado con fotos de mi gente, incluso de mi hermana. No podía hacer uno nada. Respecto de que si estaban enteradas las autoridades eso sí no sé.
—¿Siempre era en la madrugada?
—Sí, siempre después de las 12.
—¿Lo sacaron muchas veces?
—Varias veces. No siempre me sacaban a mí. Incluso una vez me tablearon. Me dieron 80 tablazos porque yo ya no quería trabajar con ellos. Yo le dije al Tenebras que ya no quería hacer ese tipo de trabajo y me dijeron que iban a matar a mi esposa y a mis hijos. Le hablaron al comandante Nano de allá a fuera y él me tableó.
—¿Cómo fue la primera vez que participó?
—Pues nada más me sacaron para que viera. Y la segunda vez ya me dijeron “¿ya viste cómo se hace? Así le vas a hacer”.
—¿Esas acciones tardan mucho tiempo?
—Como unas tres horas, echan el cuerpo boca abajo y luego ya se le echa diesel.
—¿Dónde lo hacían?
—Allá abajo. Allá atrás donde está ahora el taller número uno.
—¿Al aire libre?
—Sí, al aire libre.
—¿Y los tambos?
—Se los llevaban con todo y cenizas. Las veces que yo estuve nunca vi que enterraran algo y tiraran cenizas aquí. Todo lo sacaban del penal.
—Usted ha vivido muchas cosas. La vida, me imagino, ha sido difícil para usted, dura, pero en ese extremo, en esa situación, ¿qué sintió?
—Pues se siente feo. Se siente una impotencia al no poder hacer nada. Porque, ¿cómo le explicaré?, no sabría decirle si era gente inocente o culpable, si era gente que robaba, no sabría decirle yo qué clase de gente era la que traían…
— …Entre las víctimas estaba una joven llamada Adanari.
—Mucha gente y muchos no teníamos otra opción más que trabajar con ellos. Así fue.
El lugar donde se arrastran las serpientes/ capítulo VIII, SEGUNDA TEMPORADA
