¿Qué sucedió en San José de Gracia? Hay grabaciones parciales de un ataque armado, vestigios de balas y sangre, así como testimonios de la sustracción de personas, pero no hay restos que prueben el fusilamiento de 17 víctimas.
En la delirante época de la guerra del narco, el entonces procurador Eduardo Medina Mora, llegó a afirmar que “a mayor número de muertos, mayor éxito de la estrategia gubernamental”. Luego, cuando las ejecuciones dejaron de ser registro cuasi deportivo y triunfal, los grupos criminales —presionados por sus cómplices institucionales— buscaron disimular ciertos asesinatos ocultando cuerpos en fosas irregulares o sometiéndolos a incineraciones clandestinas.
Con esta atrocidad cada vez más generalizada y sistematizada llevamos cerca de doce años. ¿Y qué ha hecho el Estado para combatirla? Una inoperante ley de desaparición forzada, enclenques grupos de búsqueda conformados por personal que llega ahí castigado de otras áreas policiales, y juicios absurdos en los que los jueces exigen a las personas desaparecidas presentarse a ratificar la demanda por su desaparición.
Está tan desbordada la crisis actual, que la atención a la problemática ha recaído en las familias de los desaparecidos. Prácticamente en cada estado hay uno o hasta dos colectivos que buscan familiares por su cuenta. Desgarra aún más que como sociedad hayamos normalizado esta completa anormalidad: una aberración que además expone a las mujeres, ya que son quienes encabezan en su mayoría estos esfuerzos, siendo por ello intimidadas, atacadas y denostadas por autoridades y criminales, que en muchos casos son lo mismo.
En el colmo de la degradación social, algunas de las que recurren a esta desesperada vía son asesinadas por ello, como doña Miriam en Tamaulipas, Aranza Ramos en Sonora…
Habría que hallar la forma de responder como sociedad ante el monstruoso fenómeno de desapariciones surgido durante la guerra del narco para disimular la cifra de ejecuciones que preocupaba en su momento al Estado.
Por lo pronto, negar o minimizar lo sucedido en San José de Gracia no desaparecerá las desapariciones. Quizá sí de las estadísticas, pero no de la realidad.
Ahora que ya no estamos en la guerra del narco, ¿cómo nombraremos en el futuro a esta otra época, aún llena de barbarie?