Un nuevo ataque ocurrido el pasado fin de semana en la comunidad autónoma 16 de febrero, perteneciente al EZLN, mantiene la alerta lanzada desde hace más de un año en este espacio por lo que está sucediendo en el municipio oficial de Ocosingo, en Chiapas.
Mediante una incursión de madrugada, un grupo armado de corte paramilitar asaltó dicho poblado para aterrorizar con golpes y desalojos a los habitantes zapatistas. La señora Hilaria Hernández y sus hijos Tomás, Julio César y Jeremías, de 3, 6 y 10 años, respectivamente, fueron desplazados de su hogar.
Horas después, cuando el grupo invasor aún seguía presente en el territorio zapatista, el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) emitió un llamado urgente al Estado mexicano para “intervenir de manera inmediata en la búsqueda y localización con vida de la señora Hilaria y sus tres hijos, así como realizar acciones eficaces para cesar las agresiones del grupo armado que se encuentra en la comunidad”.
Finalmente, el grupo paramilitar se retiró y la familia Hernández fue encontrada con vida, aunque con afectaciones que serán dadas a conocer hoy en San Cristóbal de las Casas por el Frayba, junto con un informe de la situación, el cual vale la pena que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, lea con atención, a fin de evitar que esta crisis política se vuelva militar.
Lo que conocemos hasta ahora es que ataques como el reciente han sido regulares en las tierras rebeldes ubicadas dentro de Ocosingo. El poblado de Nuevo San Gregorio y la región Moisés y Ghandi, donde hay seis comunidades zapatistas, han sido otros escenarios de estas incursiones; incluso, dos miembros de la Junta de Buen Gobierno de Patria Nueva (máxima autoridad zapatista de la zona) llegaron a ser secuestrados, teniendo que intervenir la parroquia de Oxchuc para su liberación.
La apuesta contrainsurgente de baja intensidad sigue en pie: alguien o algún grupo de poder desea que el EZLN, en medio de sus notables iniciativas civiles, haga uso de nuevo de las armas y la capacitación militar que aún poseen —evidentemente muy superior a la de Orcao y otros entes— para defenderse de estas constantes agresiones.
¿Quién pondrá un alto a la contrainsurgencia en Ocosingo?