Hace unos meses relataba yo aquí que una de las tácticas de negociación que Donald Trump describe en su libro The Art of the Deal es la de no tener miedo a dar marcha atrás a decisiones anunciadas cuando así sea conveniente. El presidente ha utilizado tanto este método que ya desde hace varios años se acuñó en redes y en medios críticos el acrónimo TACO (Trump Always Chickens Out, que en español significa Trump siempre se echa para atrás).
Pues bien, quizás venga otro TACO. El sábado pasado, Trump anunció que, a partir del 1 de agosto, impondrá un arancel general de 30 por ciento a las importaciones mexicanas, bajo el argumento de que nuestro país “no ha hecho lo suficiente” en la lucha contra el narcotráfico, y que el déficit comercial con México amenaza la seguridad nacional de Estados Unidos.
De entrada, está claro que la estrategia no está realmente vinculada con temas de seguridad, pues Trump impuso la misma medida a países como Japón, Corea del Sur, Brasil y los de la Unión Europea, con los cuales la agenda de combate al narcotráfico no tiene mayor relevancia.
En lo personal, creo que nuevamente el presidente Trump echará la medida para atrás, cuando menos para México, justo antes de que llegue a aplicarse. Sin embargo, vale la pena analizar qué tanto impactará en caso contrario. Lo adelanto: no tanto como parece.
La razón es que el T-MEC sigue siendo un dique de contención frente a las tormentas de nacionalismo económico. Según Goldman Sachs, el impacto de los nuevos aranceles para México puede ser relativamente modesto, llevándolos a una tasa efectiva de 10.2 por ciento, pues la mayoría de nuestras exportaciones están amparadas bajo el tratado. Otros países enfrentan tasas efectivas estimadas de 20 por ciento o más.
De hecho, suponiendo que las medidas se sostengan, para México podrían incluso representar una ventaja comparativa, ya que puede darle aún más mano como proveedor de confianza para América del Norte, justo cuando el proteccionismo estadunidense aleja a muchos otros socios comerciales de EU. Toca entonces a nuestro país aprovechar el momento para atraer inversión y reforzar cadenas de valor en sectores como el de bienes de capital, el farmacéutico o el de semiconductores.
La presidenta Claudia Sheinbaum lo tiene muy claro, por eso su respuesta es de nuevo serena y de convocatoria al diálogo. El mensaje de fondo es que, en tiempos de guerra comercial, no gana quien grita más fuerte, sino quien entiende mejor las reglas del juego, lo cual claramente ha sido su caso.
Alfa positivo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), de enero a junio de 2025 se produjeron 2 millones 6 mil 720 vehículos ligeros, lo que representó un incremento de 0.5 por ciento respecto al mismo lapso de 2024.