En la entrega pasada de Punto de Equilibrio comenté sobre la madurez y solidez del nuevo modelo pensionario mexicano que, desde mi punto de vista, es el más robusto de América Latina (y de entre otros varios países del mundo). La entrada en vigor del pilar no contributivo de la pensión para el bienestar para adultos mayores (PBAM), aparejada con la reforma de 2020, que perfeccionó el pilar contributivo de las administradoras de fondos para el retiro (Afore), constituyó el modelo mixto mexicano, uno de los pocos, a escala global, que realmente se aproxima a cumplir con el cometido primordial de un sistema de retiro eficaz: garantizar una pensión suficiente para todos los adultos mayores del país.
Dicho lo anterior, vale la pena profundizar en algunos de los efectos colaterales positivos de contar con un sistema mixto y, en particular, con el pilar contributivo materializado en el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR). El objetivo de las Afore es dar a los trabajadores que invierten en ellas la mayor pensión posible tras su retiro, esto es, la mejor tasa de reemplazo para los ingresos que obtenían durante su vida laboral activa. Para ello, las Afore invierten los fondos, propiedad de los trabajadores, en distintos vehículos con un adecuado balance entre riesgo y rendimiento de largo plazo. El efecto positivo, colateral a los rendimientos para los trabajadores, es que la gran mayoría de los activos en que las Afores invierten, 87 por ciento a junio de 2023, se encuentran en México y contribuyen, en mucho, a su desarrollo económico y a la profundización de su sistema financiero.
A agosto de 2023, el saldo del SAR invertido en instrumentos para impulsar diferentes sectores de la actividad económica del país, como consumo, inmobiliario, vivienda, transporte y alimentos, entre otros, ascendió a 1.8 billones de pesos, 6.1 por ciento del PIB. Las Afore hicieron estas inversiones por medio de deuda privada (14.8 por ciento), renta variable nacional (7.16), instrumentos estructurados (7.7) y Fibras (2.9).
Otra muy relevante aportación a destacar del SAR es su papel en el desarrollo y la estabilidad de los mercados financieros del país. Como ejemplo, la tenencia de bonos gubernamentales de las Afore pasó de 11 a 26 por ciento entre 1998 y 2023. Esto permitió al gobierno federal incrementar el plazo promedio de vencimiento de su deuda de 1.3 años, en 2000, a casi ocho años en 2022. Esta fuente interna de financiamiento favorece la estabilidad macroeconómica del país, pues las Afore invierten a largo plazo, sin especulación.
Pero aún hay más efectos positivos. El SAR no solo ha sido un canalizador de ahorro hacia fines productivos y un factor de estabilidad macroeconómica: diversos estudios señalan que el SAR genera un ahorro adicional, es decir, que el obligatorio no solo sustituye al voluntario, sino que, por el crecimiento del SAR, el país ahorra más como resultado neto.
De 1997 al primer trimestre de 2023, el ahorro bruto nacional pasó de 895 mil millones de pesos a 6.6 billones de pesos, es decir, se multiplicó por un factor de siete; por otro lado, los activos netos administrados en el SAR alcanzaron 5.6 billones de pesos, lo cual representa 19.1 por ciento del PIB y cuatro de cada cinco pesos del ahorro nacional bruto.
En suma, el pilar contributivo del modelo mixto mexicano no solo complementa al pilar universal en la provisión de pensiones suficientes, sino que genera un mayor ahorro interno y, en consecuencia, una mayor estabilidad financiera. Esto, aunado a la inversión directa de los recursos del SAR en proyectos productivos nacionales, genera condiciones para un mayor desarrollo económico que promueve en el mediano y largo plazo un mayor nivel de empleo y mayores ahorros que se incorporan, a su vez, al mismo ciclo, potenciándolo. El SAR constituye, así, un círculo virtuoso que ha contribuido a la actual estabilidad macroeconómica del país y que, gracias a las últimas reformas, tiene aún mucho para aportar tanto a sus ahorradores como a la economía mexicana en su conjunto.
Alfa positivo. El Inegi reportó un nuevo incremento en la inversión fija bruta del país, con lo cual el crecimiento anual julio-julio es ya de 29.1 por ciento. Este indicador, que sirve para conocer el comportamiento de la inversión en el corto plazo, es reflejo de un sano dinamismo en la economía nacional.