La inercia de las agresiones a la prensa atraviesa el inicio de la Cuarta Transformación. En los 11 días que lleva el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, dos compañeros han sido asesinados.
Jesús Alejandro Márquez Jiménez, del Orión Informativo, en Nayarit, y Diego García Carmona, del Semanario Morelos, en Ecatepec.
El Mecanismo Federal de Protección a Periodistas no ha tenido resultados contundentes, en parte por la falta de recursos, pero también porque ha estado más encaminado al foro mediático que a la atención de quienes debe proteger.
La queja es generalizada, pululan las organizaciones de derechos humanos presuntamente encaminadas a proteger a los integrantes del gremio; que terminan usufructuando recursos públicos, sin que sus usuarios finales vean algún beneficio sólido.
Los colegas desplazados se ganan la vida como pueden, mientras los agresores logran su cometido: los silencian. Pocos vuelven a escribir, algunos buscan un foro, abren una página, publican anónimamente en el mejor de los casos.
Sí, lo primero es salvar la vida, pero después hay que seguir. La labor no debe parar. Los compañeros necesitan trinchera, una plataforma y el Mecanismo debe encaminarse en ello.
El Mecanismo debe reestructurarse partiendo de la experiencia en el sexenio pasado, escuchando a los protegidos y a los periodistas que sí saben de los peligros de ejercer esta labor en entornos violentos.
El Colectivo Nacional Alerta Temprana de Periodistas y Activistas ha lanzado ayer en el marco de la Día Internacional de los Derechos Humanos algunas solicitudes que valdría la pena tener en cuenta.
Destaco solo algunas: Con las reservas de datos personales y seguridad, el Mecanismo Federal de Protección a Periodistas debe ser transparente en sus recursos, y la Fiscalía Especializada en Atención a Delitos en Contra de Periodistas sea verdaderamente un brazo
ejecutor en contra de los agresores a periodistas y comunicadores; por ahí podemos empezar.
Twitter:@dameluna