Se paró al final de la puesta en escena y gritó fuerte su nombre: “Yo soy Valentina Rosendo”. Con la lámpara directo al rostro, desde el auditorio, pero de frente al público, leyó su mensaje la mujer que luchó contra una de las instituciones más fuertes en México: el Ejército Mexicano, y consiguió una disculpa pública y reparación del daño.
Se tardó 16 años, pero consiguió que el Estado reconociera la violación y tortura sexual a la que fue sometida por dos soldados cuando era menor de edad. Esta mujer indígena se convirtió en defensora, llevó su caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y consiguió sentar un precedente.
Su lucha fue su causa, pero también es la de muchas mujeres que sufren abusos por parte de la autoridad y que no tienen la fortaleza para insistir, por eso se necesitan personas como ella, y como muchas y muchos otros más; quienes buscan personas desaparecidas, quienes defienden el territorio de la tala de árboles y deforestación, de la explotación minera, de la ocupación ilegal de la tierra.
La historia de Valentina, así como la de Ildefonso Zamora, Mirsolava Breach y María Herrera, fue llevada a escena por el colectivo El Día Después, en la adaptación de la obra Speak Turth to Power, de Ariel Dorfman, evento organizado por diversas organizaciones, como el Centro Miguel Agustín Pro y Provoces.
La intención es reivindicar y reconocer la labor, no solo de ellos, sino de todas las personas que luchan en un contexto tan adverso
Este martes se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos y en nuestro país en general hay mucho que reflexionar, en un momento de mucho caos. En 2017 se documentaron siete asesinatos a defensores de derechos humanos. En 2018, el registro ascendió a13 crímenes; y de enero a abril de 2019, eran 10 personas asesinadas, ocho de las cuales eran indígenas.
Ante los hechos, no podemos permanecer indiferentes, es necesario entregar nuestro respeto, apoyo y solidaridad. Yo defiendo a quien defiende.
Twitter:@dameluna
