Política

Gómez Palacio: herencias sin visión

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  • Gómez Palacio: herencias sin visión
  • Cuauhtémoc Carmona Álvarez

Para entender al gobierno desde su interior, primero hay que comprender cómo está integrado su cuerpo directivo y sus dependencias.

De lo contrario, cualquier intento de análisis será superficial y toda propuesta de transformación, insuficiente.

En las próximas semanas, todos los municipios del estado de Durango iniciarán el periodo llamado entrega-recepción. Suena técnico, hasta elegante, pero en muchos casos se trata de un ritual de apariencias donde se transfiere lo irrelevante y se oculta lo esencial. Se entregan actas, memorias USB y documentos; pero no se hereda visión, propósito ni responsabilidad histórica. Lo que se hereda, en realidad son atrasos y vergüenzas.

En la región lagunera de Durango —particularmente en Gómez Palacio— este proceso se antoja crudo y preocupante. Hablamos de municipios con necesidades posrevolucionarias: agua, electrificación, ordenamiento territorial y pavimentación siguen en la agenda. Los temas de vanguardia como la Agenda 2030 y una ciudad inteligente tendrán que esperar. A Gómez Palacio lo han saqueado “gacho”, dirían en mi querido barrio azul. Y sí: seguimos siendo el patio trasero de Torreón. Los olvidados de Luis Buñuel.

La situación exige seriedad, no simulación. Tres años pueden ser pocos, pero bastan para comprometer las finanzas, hipotecar el futuro y apagar la esperanza. La administración saliente entrega un municipio endeudado, muy probablemente con obra pública pagada y no ejecutada, y pasivos laborales que asfixian al segundo municipio más importante del estado.

¿Qué administración recibirá Betzabé Martínez?

Más que una toma de protesta, lo que viene es un acto de resistencia institucional, de reconstrucción ética y recomposición administrativa. No basta con cambiar sellos, logotipos o repetir frases huecas. Hace falta reconfigurar el aparato municipal, revisar a fondo su engranaje, transparentar el gasto, sincerar la deuda y profesionalizar el servicio público. Depurar el escombro burocrático. Tirar, de una vez por todas, el cascajo y la basura.

Ante la ausencia de un servicio profesional de carrera —una utopía en México—, los cargos clave deben recaer en profesionistas honestos, íntegros y éticamente probados. En términos más simples: vivir el postulado cuatrotetista de no robar, no traicionar y no mentir. Solo así podrá Gómez Palacio despegar y transformarse.

Porque Gómez Palacio y Lerdo no pueden seguir siendo el patio trasero de Torreón. Tienen historia, población, dignidad y futuro. Solo les falta rumbo.

Una entrega digna transfiere visión, no solo inventario.

Una recepción honesta reconoce lo hecho, asume lo urgente y combate la impunidad. No se trata de sellar carpetas. Se trata de encender voluntades.

Porque quien recibe un gobierno sin la voluntad de corregirlo, no está iniciando un mandato… está perpetuando una traición.

Hago votos porque el cambio generacional en Gómez Palacio rompa con una herencia de retrocesos y vergüenzas. Que sea el inicio de una nueva gestación por un mejor porvenir, que demanda trabajo, honestidad y amor por un pueblo olvidado. Un pueblo que, como el del negro José, también merece cantar y florecer.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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