“Si queremos la paz, debemos velar bien las armas”. Cicerón
En días pasados en el Senado de la República se presentó el libro “El negocio de la letalidad: el tráfico de armas a México”, organizado por Juan Carlos Loera y Lucia Trasviña, senadores por Chihuahua y Baja California Sur entre otros.
Este esfuerzo gracias a la Secretaría de Relaciones Exteriores (preocupada por la producción y tráfico armamentístico que entra a México de forma ilegal), es un ejercicio inédito y trascendente no solo para la literatura especializada sobre el tema, sino para reafirmar nuestra política contra el negocio de la letalidad.
El titulo por demás adecuado cuyo texto es ágil y atrapante.
La Cancillería estuvo representada por Pedro Matar, director general de Coordinación Política donde los esfuerzos del gobierno federal, encabezados por la presidenta Claudia Sheinbaum y el Canciller Juan Ramón de la Fuente están siendo inéditos.
Si la postura de la ejecutiva federal ha sido puntual respecto a la coordinación, dialogo y cooperación sin subordinación con nuestros vecinos del norte sobre temas bilaterales, así también tendrá que suceder con el tema del tráfico ilegal de armas que entran a México.
Respecto a la producción armamentística que nuestros vecinos del norte producen, no podemos hacernos de la vista gorda y descuidar un dato impactante.
En los EE. UU. se producen al año casi 16 millones de armas de las cuales entran a nuestro país de forma ilegal más de 200 mil, incluyendo las famosas Barret .50.
Esta arma fue utilizada en el intento de asesinato al secretario de seguridad pública Omar García Harfuch cuando en el 2020 estaba al frente de la seguridad de la Ciudad de México. El problema es grave.
Estoy convencido que todo está en los libros, pues en el conocimiento impreso está la expresión más acabada de la realidad cuando en ellos se abordan problemáticas de forma seria con academicismo.
En la obra presentada hace unos días en el Senado de la República, Wilma Laura Gandoy junto con Miguel Ángel Reyes Moncayo nos ofrecen un análisis puntual y urgente para reflexionar y tomar cartas en la problemática del tráfico ilegal de armas a nuestro país.
Con una claridad aguda, el investigador Carlos Pérez Ricart del CIDE propone una política estatal contra la violencia armada donde exista un control exhaustivo para evitar el tráfico e implementar los esfuerzos de prevención para focalizar a quienes han recibido impactos de bala a través de un registro nacional. Interesante propuesta pues hay conductas antisociales que se comparten y se reproducen. Ya sean como víctimas o victimarios.
En su intervención, la presidenta de la Comisión de Seguridad Publica, la morenista Lucia Trasviña dilucidó con puntualidad que hay que fortalecer las capacidades de la Guardia Nacional y de Hacienda (SAT y Aduanas), para detectar, decomisar y desarticular redes de tráfico de armas en puntos fronterizos.
Más coordinación y diálogo. Las fronteras son el talón de Aquiles. Urge una limpia en las aduanas, pero esas, esas son otras historias.
El mercado y sobre todo el negocio armamentístico es un problema tan importante que las autoridades deben afrontar el reto con más seriedad.
El desarme voluntario es una vacilada para abatir el problema de fondo. No se puede ocultar el sol con un dedo.
El negocio ilegal de las armas avanza y es necesario ir a las causas. Pérez Ricart del CIDE citando al filósofo y escritor Chesterton lo recordó diciendo:
“Cuando Roma arde, no hay que contratar a un bombero, sino a un ingeniero hidráulico que nos invite a resolver el problema de fondo”.
Estoy convencido que una física al mando del País lo hará mejor que un ingeniero o ingeniera con el respeto que me merecen las ingenierías, pues las ciencias físicas siempre van sobre los fenómenos y este problema es grave y fenomenológico, más que un fuego que apagar…
@CUAUHTECARMONA