Se terminó uno de los peores sexenios de los que se tenga memoria en nuestra historia; no es posible ocultar, aunque se diga lo contrario, millones de veces por millones de personas, la catástrofe que significó para México el sexenio de López Obrador quien, seguramente, tomará su lugar en la historia junto a los otros López que han gobernado mal este país.
La violencia que sigue oprimiendo a los mexicanos, el control por la delincuencia organizada de grandes zonas país sin que exista control gubernamental alguno, el descenso en el PIB que ha quedado en un crecimiento ínfimo al final de la administración y en comparación con otros países latinoamericanos, cuyo origen no es en la pandemia por covid, sino en la cancelación del aeropuerto de Texcoco, los malos manejos en la economía, el dispendio de programas sociales con un fin electorero, la falta de seguridad jurídica y por último, la reforma judicial que abona aún más a un clima de incertidumbre en el ámbito económico de México.
Ni qué decir del retroceso que hemos vivido en materia educativa, el deterioro del sistema de salud, el mal manejo de Pemex, la cancelación de fideicomisos en materia educativa, en materia de fomento a micro y pequeñas empresas, la cancelación del Fonden cuando, hoy, más que nunca se magnifica la necesidad de contar con este fideicomiso ante la falta de fondos para apoyar a la población afectada por desastres naturales, ¿se acuerdan de Acapulco?
Lo mismo pasa con el debilitamiento de los organismos autónomos de los cuales mucho se ha mencionado en esta columna.
Ante este panorama, tal parece que Claudia Sheinbaum estará destinada a repetir el papel de Pascual Ortiz Rubio, quien como presidente de México siempre estuvo supeditado a las órdenes del “jefe máximo” y lo único que podía hacer era lo que contaba con el visto bueno de ese jefe (Plutarco Elías Calles). Se vislumbra sombrío el panorama para la primera presidenta de México, personalmente y, como mujer, espero que Claudia Sheinbaum nos dé la sorpresa y realmente logre hacer un gran gobierno; fuera de cualquier matiz ideológico o partidista, ese es el deseo de todos los mexicanos, la realidad es que si le va bien a la presidenta nos va bien a todos.