El 5 de febrero de cada año celebramos el aniversario de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Toda constitución, en una definición sencilla, es la ley suprema de un país, es el documento que establece los mecanismos para garantizar el respeto, promoción y difusión de los derechos humanos, mismos que son inherentes a todas las personas por el hecho de ser personas, y que, también, es el documento en el que se establece la forma de organización de un estado.
Es muy importante saber que nuestra constitución es un conjunto de ideales a seguir como nación, es uno de los elementos que nos dan cohesión como mexicanos y es uno de los elementos que nos dan identidad, ya que en ella se plasman el conjunto de principios por medio de los que pretendemos hacer grande a nuestro país.
Pero también es primordial mencionar 3 artículos constitucionales que son un compilado de las ideas de Rousseau, Locke y Montesquieu: el artículo 39, el 40 y el 41.
En el artículo 39 se encuentra plasmada la idea de que el poder originario tiene su génesis en el pueblo y en nadie más, con lo que se quiere decir que el poder no tiene un carácter divino y mucho menos nadie puede decir que detenta el poder por alguna característica especial.
El artículo 40 señala el principio republicano que rige a los estados de la Unión Mexicana, siendo ésta una república democrática, laica y federal.
En el artículo 41 se señala la voluntad del pueblo para ejercer su soberanía por medio de los Poderes de Unión, es decir se establece que el poder será dividido para su ejercicio en el Legislativo, en el Ejecutivo y en el Judicial.
Lo anterior significa un sistema de contrapesos que, dicho sea de paso, tiene su origen en los principios plasmados en la Constitución de los Estados Unidos de América, cuyo objetivo es sostener un sistema de equilibrio y contrapesos entre los tres poderes de la Unión.
En el presente sexenio ha resultado claro que este sistema de pesos y contrapesos ha sido fundamental para poder establecer un límite a los excesos de los tres poderes.
Todos hemos visto que, principalmente, el Poder Legislativo y el Poder Judicial han activado dicho sistema de pesos y contrapesos, equilibrando el poder estatal de esta manera e impidiendo que se comentan abusos en contra de los derechos de los mexicanos.
Hoy más que nunca, hay que celebrar a nuestra constitución y su sistema de división de poderes, este momento debe servir, también, para reflexionar sobre la importancia de los poderes Legislativo y Judicial, en el entendido de que no debemos permitir el regreso de los tiempos del poder en manos de un solo hombre como forma de gobierno en nuestro México, mucho menos una dictadura.