Cultura

Sor María Celeste

  • Perfil de mujeres
  • Sor María Celeste
  • Coral Aguirre

Destino singular y terrible ser hija de un gran creador o un gran científico. Llegan a mi memoria tantos testimonios desesperados de hijos e hijas que no tuvieron el menor peso para sus padres. Sin embargo, no es abandono o perfidia, se trata sencillamente que el gran hombre (generalmente son padres, no madres) tiene que cumplir con su pasión, ese genio para la música o las matemáticas que lleva consigo.

Virginia Galilei (1600-1634) nació en Padua, en esa región de Italia donde florecieron las artes y las ciencias. Hija ilegítima del científico que transformó el pensamiento del Renacimiento, Galileo Galilei, y de Marina Gamba, que seguramente como todas las mujeres de su tiempo no tenía ni voz ni voto. De modo que la criatura fue despegada del hogar y enviada a la casa de su abuela a causa de una salud que no prometía nada bueno.

No tengo la menor idea cómo fue la relación con su hermana Livia, menor que ella, pero ambas sufrieron el mismo desapego. Hasta ser ingresadas, por solicitud de su padre, en el convento de las Clarisas de San Matteo, cerca de Florencia. Nada sabemos del tercer hermano de ambas.

Virginia era adolescente cuando es recluida en el convento, tiene 13 años y no ha de volver a salir. El amor por su padre y seguramente la admiración se inscriben en el nombre que elige para su vida en Cristo: María por la Virgen y Celeste por esa bóveda celeste que su padre escrutó cada día de su vida.

Nadie ignora la retractación que se le exige a Galileo Galilei por su declaración respecto a que la tierra no era el centro del Universo. No es extraño entonces que si esto sucede en 1633 y Galileo es confinado a su hogar en el pueblo donde ella está recluida, Virginia, tan lábil, contraiga la disentería y muera pocos meses después.

El amor por su padre colmó sus años, y el abandono del que fuera objeto de niña y adolescente se trastocó en una amistad de padre e hija que testimonian 124 cartas que ella escribe para su progenitor. Lamentablemente las respuestas del gran científico no se conocen, aunque se ha observado que pudiera ser la misma Inquisición la que arrasó con ellas, como con todos sus papeles.

De las que he leído yo me queda la huella de una abnegación y entrega notables, a la par que la gran admiración por una obra supuestamente sacrílega que aún haciendo penitencia en su nombre para que fuera perdonado, se escapa de cada una de sus líneas. “Si pudiera sustituiros yo misma en el resto de vuestras penas, elegiría de buena gana una prisión aún más estrecha que ésta en la que habito, si así os pusiera a vos en libertad”. Así su voz una y otra vez expresa la inmensidad de su amor filial.

En cuanto a Galileo Galilei, hay orgullo y asimismo una fuerte afección cuando deja constancia de la única cosa cierta que sabemos manifestó sobre su hija: “Una mujer de exquisita mente, singular bondad, y muy apegada a mí”.

Hija bastarda como sus dos hermanos, puesto que su padre nunca se casó con Marina Gamba, su compañera, pudiéramos adivinar que lo que el padre ejercitó en olvidos y distracción respecto de su hogar, lo vivió en su vejez si no con remordimientos al menos con una profunda nostalgia. Después de la muerte de su hija mayor hubo de manifestar a amigos cercanos su profundo dolor por no haber tratado con mayor interés y afecto su progenie. Sobre todo a ella, la frágil niña convertida en monja en plena adolescencia, subrayando que no podía dejar de recordarla con el mayor sobrecogimiento uno solo de sus días.

Escritas durante 20 años a un padre que casi nunca vio, ya que él no podía ocuparse y atender otra cosa que no fuera su ciencia, estas cartas testimonian el grado de abnegación y entrega que se consideraba propio de la condición femenina. Hoy en día son la prueba irrefutable del segundo sexo denunciado por Simone de Beauvoir. Y sin embargo ella, Sor María Celeste, fue plena y gozosa en el acto de amar con devoción, penitencia y servidumbre. La calidad humana de sus 124 cartas conservadas son la razón de su presencia en la historia de las mujeres.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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