Cultura

Marta T

  • Perfil de mujeres
  • Marta T
  • Coral Aguirre

Creo que mi clase social es una clase traidora, mezquina, idiota. Las mujeres burguesas son una casta parasitaria que golpea las ollas en Chile sin haberlas limpiado nunca, que juega a la canasta en Colombia, que chismea bajo los secadores en todos los países…

Marta Traba

Como la otra Marta Lynch de mis perfiles, Marta Traba es también una escritora argentina con un destino trágico semejante a la primera, aunque las vidas de ambas fueron halagüeñas y sus obras reconocidas en vida.

Nacida en Buenos Aires en 1930, se gradúa en Letras en la Universidad de Buenos Aires al tiempo que también estudia Historia del Arte. De modo que en ella se dan dos corrientes que la atrapan y la sacuden, las letras, y por el otro lado al contacto con el gran crítico de arte Jorge Romero Brest, y el mundo de las formas, los colores, las texturas.

Ha de desposar en primer lugar a Alberto Zalamea, periodista, político y diplomático colombiano. Estudia Arte en Bogotá y luego obtiene la cátedra de Arte en la misma Universidad Nacional de Colombia y, como pareciera una forma de ser argentina, se vuelve colombiana de alma y allí vivirá largos periodos. Es precisamente en Colombia donde descubre el despojo de nuestros países, su pobreza y la dimensión de su despojo. Una respuesta como directora de Cultura a los militares que ocuparon salvajemente la Universidad la orilla a ser emplazada para salir del país en 24 horas, lo que no puede realizarse por el movimiento de solidaridad más sorpresivo en aquellos tiempos con centenares de cables rechazando su expulsión, que llegaron a las oficinas presidenciales. Quince días después el mismo presidente habla por televisión y aunque admite que “la señora Marta Traba es la cabeza de la revolución cubana en Colombia” tiene dos hijos colombianos que, teniendo en cuenta sus derechos humanos, se ve obligado a permitir su residencia en el país, siempre y cuando no volviera a decir ni pío.

Antes ya se había revelado como poeta y novelista obteniendo con un jurado excepcional compuesto por Alejo Carpentier, Mario Benedetti, Juan García Ponce, el Premio Casa de las Américas por la novela Las ceremonias del verano. Al mismo tiempo publica y activa sus estudios sobre el arte latinoamericano hallando vertientes, relacionando procedimientos y poéticas y en suma con el ánimo de hacer de nuestro continente latino un vertedero de encuentros y entrecruces. Como ejemplo su obra Dos décadas vulnerables de las artes plásticas latinoamericanas o bien Hombre americano a todo color.

Y finalmente llega lo que Elena Poniatowska llama el dolor de América Latina encarnado en esta muchacha argentino-colombiana que aprende que en su país la muchachada entra en la clandestinidad, toma las armas y sale a la guerra. Pero es una guerra sucia, un puñado de jóvenes contra las fuerzas armadas en pleno y después la persecución generalizada, las desapariciones sistemáticas tocando todas las clases sociales y todos los oficios para que el pueblo se inmovilice y muera de pavor: el terrorismo de Estado.

De ese dolor sin nombre, de lo que viene después: el exilio, la trashumancia, la pérdida de la tierra natal nacen sus dos grandes obras,Conversación al Sur, donde por primera vez de manera literaria aparece la gesta de Las Madres de Plaza de Mayo. Y luego En cualquier lugar, el feroz retrato, amoral, vomitivo, como una corriente de conciencia sin el menor orden, de los militantes, perseguidos, echados, condenados al exilio. Exilio estrafalario donde no hay principios ni modelos, donde todo se mezcla incluso el delator, la suicida, el activista, los líderes, los que llegan, los que vuelven, en un amasijo feroz semejante a aquel tango de Homero Manzi, “Cambalache”.

Tiempo en que la vida cambia como cambian los amores y Marta hace mucho que ya no es la mujer del padre de sus hijos que siempre lleva consigo, sino (otra vez) la trashumante que no opera ni cartografía en el lugar de los hechos. Ya no hay Buenos Aires, ni Montevideo, ni Bogotá. Tampoco quedan las mismas utopías, ella misma dice que está a favor de la revolución cubana hasta 1971, de los desaparecidos en Argentina, de Allende en Chile, pero en contra de las invasiones de Rusia a Europa del Este, la intervención de los EU en Centroamérica, las dictaduras, el comunismo soviético como negación del socialismo.

Ahora es Ángel Rama su compañero, uruguayo, crítico literario, de la Generación del 45, la comunidad literaria más famosa del Sur, donde Galeano, Benedetti, Onetti, incluso Ida Vitale, primera mujer de Rama, trastocan el paisaje de nuestras escrituras. Han terminado viviendo juntos en París hasta la invitación que cursa Colombia para el Primer Encuentro de la Cultura Latinoamericana. Viaje que emprenden encantados.

El Boeing 747 despega en el aeropuerto de Barajas, estalla en el aire, una bola de fuego que se lleva a Marta y Ángel, también a Jorge Ibargüengoitia, también a Manuel Scorza… y muchos más.

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