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Ida

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  • Coral Aguirre

Ida Lupino (1918-1995) es quizás uno de los más claros ejemplos que en Hollywood como en el mundo la primacía es de los hombres.

Aficionada al cine a causa de mis padres que mientras crecíamos nos mandaban a la escuela y estudiábamos música, danza, idiomas y otras yerbas durante el día, pero que por la noche con frío, lluvia, calor o tormentas nuestro hábitat natural eran las salas de cine, Ida Lupino me es tan familiar como Marilyn Monroe.

La Bette Davis de los pobres, como ella misma se hizo llamar, nos zambullía en el crimen, la locura o la violencia, según el drama psicológico o el policial negro donde ejercía su feroz encanto. Dirigida por los más grandes directores de su época como Charles Vidor o Nicholas Ray por nombrar algunos, y a la vera de actores de la talla de Edmond O’Brien, George Raft, Robert Ryan o Humprey Bogart, sus ojos de espanto, de ira o de crueldad fueron famosos, al igual que los de Bette Davis a quien para fraseaba. De modo que descubrir después de muchos años que era directora y de las buenas, cuya filmografía no se aparta nunca de las problemáticas sociales y de las cuestiones que ponen en jaque el ser femenino, no deja de sorprenderme bastante.

Buscando su herencia me entero, y debiera haberlo advertido, que seguramente proviene de una familia italiana de titiriteros que emigró a Londres vaya a saber cuándo. Por supuesto Lupino o Luppino es un sello innegable. Sus padres, siguiendo una tradición de siglos, también eran artistas de la escena y al igual que aquella emigran a Estados Unidos. Ida no debe haberse educado en academias o escuelas de teatro sino que la familiaridad con la escena proviene de sus parientes, todos dedicados a los asuntos del teatro y del cine ya que su andar por la pantalla comienza en su adolescencia.

Ida Lupino nos ofrece la ocasión de observar aquellos comienzos del cine norteamericano donde los guionistas eran, en su mayoría, mujeres, y su excelencia reconocida por todos. Anita Loos autora de Los caballeros las prefieren rubias es ejemplo notable de ello aunque entre todas ellas no haya sido la más versátil, puesto que la favorita de la Metro Goldwyn, Mayer Frances Marion, escribió para ese sello más de 130 libretos. A partir de los años cuarenta la presencia femenina en los puestos directivos de la producción artística así como sus propias creaciones desaparecen. Y si algunas artistas se sostienen, es en su carácter de trabajos y empresas independientes como es el caso de Ida. Todo ello acusa mi ignorancia respecto de esta creadora como directora de cine a quien se le da el beneficio de la intérprete pero de ninguna manera el de la creadora.

Surge como directora luego de convertirse en una actriz independiente al final de los años cuarenta cuando el proyecto que comparte con su marido, The Filmakers, empresa productora que comparten para realizar cine de bajo presupuesto, tropieza con el ataque cardíaco del director de su proyecto. Entonces, Ida decide tomar la cámara y continuar con dicha empresa hasta su conclusión. A partir de entonces deviene la única mujer directora del Hollywood mítico de los años cincuenta. También rubrica su condición de sujeto autónomo al interesarse por temas como el aborto no querido, y la violación.

Por supuesto que nada de ello hacía feliz a aquel universo de teléfono blanco y comedias románticas. Menos al filmar su primera película de cine negro. Outrage, por ejemplo, de 1950, el filme que trata el tema de la violación rompe el estereotipo del hombre débil sucumbiendo a la tentación de la mujer fatal.

Como actriz y como directora, luego de lanzarse a la aventura de ser independiente, su fama decreció notablemente y las grandes producciones hollywoodenses ya no mostraron su rostro atormentado. Tampoco prosiguió dirigiendo sino que sin advertirlo fue inclinándose hacia la televisión y las series. Cuando uno observa el número y los programas que dirigió tanto desde lo artístico así como guionista, se asombra que nuestros padres y abuelos, así como yo misma en mi adolescencia, fuimos seducidos por Bonanza, El fugitivo, Los intocables, Los Ángeles de Charlie y muchas otras series donde ella ejerció su talento.

Sin embargo, su contribución al cine y a la televisión como directora, como creadora singular, como obstinada realizadora sin pausa hasta los años setenta no ha sido reconocida hasta el día de hoy. Sesenta y dos largometrajes como actriz y diez filmes como directora no han servido más que para ignorarla mejor.

Queda para mí el asombro de reconocer su rostro, su voz, su temperamento y no haber advertido nunca que se trataba de una artista en la completa disposición de su organismo íntegro y cuya visión humanística y también femenina, había dado al terrible imperio hollywoodense otra voz, otro giro, otro modo de mirar el mundo que nadie puso en evidencia y que, habremos de decirlo, repite el ocultamiento que las mujeres hemos sufrido como pensadoras y artistas hasta el presente.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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