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Clara Zetkin

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  • Coral Aguirre

Todas las mujeres sea cual fuere su posición, deberían exigir la igualdad política como medio para alcanzar una vida más libre.

Clara Zetkin

Si uno se pone a investigar, enseguida se las encuentra a las dos, las dos grandes políticas del siglo XX: Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin; seguramente es una foto que ha dado vuelta al mundo, ambas con sus sombreritos a la moda su desaliño principesco, puesto que una mujer que piensa, en general olvida las modas y la forma elegante de cubrir sus cuerpos. Lo importante es que eran camaradas y camaradas radicales de la liga espartaquista luego convertido en el Partido Comunista de Alemania. No las olvidé nunca porque forman parte de mis primeros paradigmas, con Rosa a quien yo amé más que a Clara. Será por su muerte trágica, ese crimen donde el sello del machismo está presente.

Pero bueno, Clara pudo vivir más, nació en 1855 y murió en 1933, y gracias a lo cual pudo hacer más obras a nuestro favor. Radicada en Leipzig se casó pronto con Ossip Zetkin, de quien tomó el apellido, puesto que ella era Eissner. Durante la época de sus actividades más comprometidas, quien llevaba en sus manos el poder germano era nada menos que el temible Otto von Bismark, de desdichado recuerdo para los franceses y la Comuna de París, mientras ella repartía panfletos, libros y hojas en contra de su régimen. De modo que tuvo que esconderse.

París la acoge y la enseña. Su contacto con los anarquistas y los marxistas del movimiento obrero francés son la clave para comprender a cabalidad que las mujeres no están exentas de ninguna manera de la justicia social y de la igualdad de derechos. Ejercicio que debe comenzar, según ella, con la lucha por parte de todas, ganando a las mujeres obreras en favor de sus ideas, mujeres que por su lucha cotidiana tienen más claros los objetivos para poder desprenderse de tanta esclavitud. No era la lucha sufragista de las liberales y las mujeres de clase media propio de su época, Clara se proponía el compromiso de las masas obreras femeninas que sufrían el trabajo a destajo sumidas en la humillación y en la ignorancia que tal condición les procuraba. Muy diferente de las burguesas que incluso siendo sufragistas se atenían a la ley de la complementariedad: la mujer es admitida y celebrada en tanto sea madre y esposa, antes que a la celebración de su propio ser en libertad.

De tal modo que brega por medio de la fundación de la Segunda Internacional para redactar las premisas que le preocupan como la necesidad urgente de ocuparse de las luchas femeninas por parte de los partidos de izquierda y en esa empresa tiene como objetivo principal a las mujeres obreras. Por lo tanto en algún punto pareciera que Clara se enfrenta al sufragismo con sus mujeres de clase acomodada, por oposición al frente que tomaba ella con las trabajadoras por delante.

En este sentido su palabra es tajante y sumamente lúcida: “La II Internacional toleró que las organizaciones inglesas afiliadas lucharan durante años por la introducción de un derecho de voto femenino restringido lo cual, de haber sido conseguido, solo hubiera aumentado el poder político de los poseedores y reforzado su resistencia contra el sufragio universal para todos los adultos”.

A partir de este momento logra con su gestión en la Segunda Internacional que los socialdemócratas se vean obligados a adherir a la lucha por el sufragio universal de las mujeres, tarea que debe ser irrenunciable de modo de exigir el voto al mismo tiempo que el poder para las clases trabajadoras. Su exigencia va mucho más allá y sobrepasa las aspiraciones de las feministas sufragistas cuyas demandas en todo caso siempre fueron reformistas: educación y sufragio universal sin cambiar la estructura del Poder masculino encarnado en el Estado.

Su marido Osip Zetkin, de quien adoptó el nombre, fue también un revolucionario. Sin embargo, a pesar de haber tenido con él sus dos hijos, volvió a casarse, esta vez con George Zundel, activista por la paz y filántropo. Con este último vivió 30 años.

Y finalmente he elegido en el mes de marzo su perfil, puesto que fue ella quien propuso la idea del Día de la Mujer Trabajadora, así lo tituló, puesto que como hemos visto, siempre bregó por la igualdad y la presencia de aquellas que solo sabían callar y servir, que en síntesis son la mayoría de las mujeres del mundo, las que trabajan de sol a sol. Este día declarado por ella misma en una de sus conferencias propuso que fuera celebrado cada 8 de marzo.

A Clara Zetkin, pionera de las luchas obreras femeninas, debiéramos recordarla más a menudo puesto que su activismo no tuvo tregua y su visión de las libertades y derechos femeninos fueron mucho más lejos de su propio siglo, y de las mismas mujeres de su tiempo. La condición de igualdad que propuso para nosotras fue notablemente radical, puesto que soñó lo que todavía no hemos alcanzado: la libertad suprema de ser dueñas de nuestros cuerpos y nuestras vidas de forma íntegra y feliz.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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