A más de dos años de que el mundo se estremeció con la llegada del Covid, se puede afirmar que sus estragos siguen siendo aún notables en distintos ámbitos; la recuperación ha sido lenta y ante la pérdida de vidas, salud, bienes, trabajo y diversos trastornos en la vida cotidiana nos ha llevado a la construcción de resiliencia en lo individual y en lo colectivo.
El impacto de esta pandemia ha sido diferente para hombres y mujeres, disparidad que ha sido analizada y documentada por distintos organismos nacionales e internacionales, entre los que se encuentran la ONU y el INEGI.
Por su parte, la ONU detalla la crisis de salud mental de la población y en especial de las mujeres que, por su propio rol, han asumido el cuidado del núcleo familiar: apoyar a los hijos que estudian en casa y cumplir con las responsabilidades de su trabajo y de su hogar, con una sobrecarga de trabajo doméstico no remunerado que acentuó la desigualdad de género.
Distintos estudios han hecho notar que el nivel de estrés en esta etapa ha sido mayor en las mujeres. En México, de acuerdo con la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19), se observa que el nivel de ansiedad durante el confinamiento ha sido mayor en las mujeres (37.3%) que en los hombres (27%).
Adicionalmente, con la pandemia se interrumpieron los cuidados pre y posnatales, así como otros servicios de salud sexual y reproductiva.
No menos importante es el aumento en la violencia doméstica, impactado por el confinamiento y el estrés. Los datos reportados indican que menos de un 40% de las mujeres que sufrió violencia buscó algún tipo de ayuda.
Por su parte, el INEGI reporta que en 2020 el valor económico del trabajo no remunerado en los hogares se tradujo en un 27.6% del PIB del país y que las mujeres aportaron 2.7 veces más valor económico que los hombres por sus actividades de labores domésticas y de cuidados en el hogar.
También informa que hubo un aumento en el promedio de horas semanales dedicadas a las labores domésticas y de cuidados.
Un dato importante es que en los hogares con menores de seis años, las mujeres realizan tres veces más trabajo no remunerado que los hombres.
Lo anteriormente mencionado merece una reflexión profunda sobre las estrategias utilizadas para enfrentar una pandemia ya que la realidad nos muestra la vulnerabilidad de las mujeres por lo que una perspectiva de género se vuelve indispensable para dar respuesta específica a las necesidades de las mujeres y niñas de México y el mundo.