Libros apilados en la banqueta y algunos otros tirados en el piso esperando a ser destruidos o, en el mejor de los casos, esperando a ser rescatados por alguna persona interesada en sus páginas, en su contenido.
Había libros de todo tipo: literatura, didácticos, enciclopedias, etc., la mayoría en buenas condiciones físicas. Es decir, todavía no terminaban su ciclo de vida útil y que, sin embargo, sus dueños los ofrecieron para ser destruidos.
Una decisión que, con asombro, la mayoría lamentamos.
La imagen bien podía llevar por título el de la tetralogía del autor Carlos Ruiz Zafón: “El cementerio de los libros olvidados”.
Pero ¿por qué nos duelen los libros?
Los libros tienen el potencial de conmover, emocionar, trasladarnos a otros espacios y dimensiones, nos aportan conocimientos.
También nos hacen dudar y a través de su lectura despiertan una cierta comezón en nuestras mentes: nos inquietan, nos motivan, y también están aquellos que nos calman, tranquilizan y nos ofrecen un refugio al encontrar la paz a través de sus palabras.
Y es que los libros son creaciones de personas con las cuales nos podemos identificar.
Un libro tiene el potencial de sostener entre sus páginas una parte, un trocito de la persona que lo escribió: su visión, anhelos, preocupaciones, pensamientos, sentimientos y emociones son entregados a las páginas de un libro confiriéndole así, la posibilidad de compartirse con otros a los que quizás nunca hubiera podido llegar si no fuera a través de un objeto tan noble.
De manera que un libro nos muestra la forma en que hemos de conectarnos, conocernos y reconocernos unos a otros.
Por lo general, existe uno o varios libros significativos e importantes en la vida de cada uno de nosotros.
Puede ser aquel que nos llevó a descubrir la pasión por la lectura o aquel que nos hizo hacer conciencia, razonar, expandir nuestra mente a otras posibilidades.
Está también aquel que no olvidaríamos el resto de nuestras vidas y es que en los libros hay letras, frases, párrafos que cobran vida cada vez que los leemos: momentos, historias, recuerdos.
Un libro es un compañero invaluable: silencioso, cómplice, amigo.
Tal vez las mencionadas son algunas de las razones por las que los libros nos duelen y tal vez también la razón es más simple que eso: por algún motivo, los libros nos hacen sentir que no estamos completamente solos.