Para efectos de la presente columna, resulta importante distinguir entre identificarse como un león negro, y otra muy distinta ser parte del grupo que controla política, administrativa y económicamente a la Universidad de Guadalajara.
Ser león negro debe entenderse como todo universitario en activo o no, que quiere, busca y hace lo mejor para su Alma Mater.
Sin lugar a duda ahí nos encontramos cientos de miles o hasta millones de universitarios que en alguna etapa de la vida, ya sea como estudiantes y/o profesores, salimos a las calles para exigir tanto autonomía como un mayor presupuesto para nuestra benemérita universidad.
No lo puedo negar; al escribir estas líneas se me presentan memorables recuerdos de protesta urbana en mi época de estudiante de preparatoria, licenciatura, posgrado y hasta profesor.
Por ello, los leones negros debemos celebrar la iniciativa presentada por el gobernador de Jalisco Enrique Alfaro (otro león negro) en el Congreso del Estado. Esta iniciativa dotará a nuestra casa de estudios de un presupuesto constitucional que liberará a la Universidad de Guadalajara de los vaivenes y caprichos políticos de cada año (dentro y fuera de la universidad).
Para tener una idea clara de lo que implica esta iniciativa, la Universidad de Guadalajara junto a la Universidad de Veracruz serían las únicas universidades públicas en México con presupuesto constitucional, lo que le permitiría llegar a la auténtica autonomía universitaria.
Desde mi particular punto de vista, una vez resuelto el tema del presupuesto, inicia una nueva época al seno de la UdeG. Debiendo Marcar un giro de 180 grados en la selección de los perfiles a dirigir institucionalmente la universidad.
Como parte de la comunidad universitaria, esperaría que los próximos electores de manera libre, prioricen un perfil académico por encima del político.
Un perfil académico combinado con la experiencia de un administrador eficiente que conozca las auténticas demandas de la comunidad. Un perfil académico que oriente desde el día uno, sus energías y acciones en el cumplimiento eficiente de las funciones sustantivas.
Sin lugar a duda, existen distintas problemáticas a enfrentar, pero me atrevo a distinguir que el problema más urgente resulta ser:
combatir la precarización laboral que ahoga la loable labor de las y los profesores.
En otras palabras, una vez resuelto el problema del presupuesto de la casa de estudios, la nueva época que se vivirá al interior deberá orientarse a elegir autoridades más concentradas en resolver los temas propios de los universitarios,que preocupados al final de cada administración en ocupar el siguiente cargo político.