En el Diccionario del Diablo, famoso compendio de humor negro recalcitrante, el escritor Ambrose Bierce define a un epitafio como la inscripción que, en una tumba, demuestra que las virtudes adquiridas por la muerte tienen un efecto retroactivo.
Los epitafios definen (y defienden) la memoria. Son frases y versos que curan contra el olvido a nuestros difuntos. Se dice, por ejemplo, que el actor cómico mexicano Mario Moreno, Cantinflas,
dejó escrito para su tumba: “Parece que se ha ido, pero no es cierto”. Una línea expresiva para recordarlos con palabras que describen ciertas formas de vida.
La muerte redime y el epitafio (del griego epi ‘sobre’ y taphos ‘tumba’) es un sentido homenaje textual que expresa la identidad y las emociones; que describe e incluso informa y opina en torno a la personalidad de quien yace en el sueño eterno. Es, también, un boceto de sentimientos expresados por los deudos ante el infortunio y el dolor por la más cruel de las pérdidas.
A través de la añeja tradición del epitafio se expresan las andanzas de vida, ya sea a través del lenguaje culto o del lenguaje informal, a veces con un acento serio o jocoso, porque hay cabida para toda forma y sentido de expresión que busca inmortalizar a quien ha perdido ante la muerte que siempre ronda y que, siempre, es certera.
Sobre estas inscripciones sepulcrales, grabados en los enterramientos, la página de Facebook de la Biblioteca Vasconcelos, señala que “muchos (epitafios) destacan por su irreverente manera de despedirse de la vida a través de frases memorables y otros porque están escritos con tal refinamiento literario que los convierte en un verdadero subgénero digno de decenas de estudios y análisis”.
Esta biblioteca recomienda el título: “Al pie de la sepultura: las últimas palabras de 500 personajes célebres” (Laura Manzanera, Edhasa2006), del que citan y destacan los epígrafes de famosos escritores.
Por ejemplo: “Incluso en medio de las llamas feroces se puede plantar loto dorado”. Sylvia Plath; “Abrid la tumba. Al fondo de esta tumba, se ve el mar”. Vicente Huidobro; “Aquí yace uno, cuyo nombre fue escrito en agua”. John Keats; “No lo intentéis”. Charles Bukowski; y “Dijo el cuervo: nunca más”. Edgar Allan Poe.
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Las tardes lluviosas de París delinean el descanso eterno del poeta peruano: «César Vallejo, quien deseaba reposar en este cementerio», se puede leer en la tumba donde yace ubicada en el Cementerio de Montparnasse.
Celeste Ramírez