El amor de las mujeres para las mujeres es y ha sido el cimiento de lo que hoy ha llegado a ser la llamada Sororidad, la solidaridad que nos une y que debemos seguir impulsando en forma de pactos, acuerdos y acciones reales para seguir avanzando en el camino hacia el respeto y el goce pleno de los derechos humanos de las mujeres.
En 2016, siendo diputada federal y secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional de mi instituto político, el Revolucionario Institucional, impulsé en todo el país el movimiento #FuerzaDeMujer, que pugnó por la asunción de compromisos específicos a favor de las libertades de las mujeres, de su autonomía económica, de la capacitación en oficios a jefas de familia, de la protección y defensa frente a la violencia de género, de la vigilancia en espacios públicos con historial de violencia, de servicios médicos y medicinas para las mujeres de las comunidades alejadas de los centros urbanos.
También propuse la prevención con perspectiva de género del consumo excesivo de alcohol, la creación de casas de cultura y espacios deportivos y, entre otras, crear refugios y guarderías de tres turnos y de fin de semana.
El compromiso con las mujeres a través del movimiento #FuerzaDeMujer tuvo eco en algunos estados y municipios. Sin embargo, los esfuerzos realizados -que no han sido pocos- no logran consolidarse, no tienen continuidad, no son suficientes y en muchos casos ni siquiera quedan programas o acciones específicas, y se entiende mejor cuando los recursos destinados a las políticas públicas a favor de la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres han sido reducidos al máximo.
No es novedad afirmar que la reducción de presupuestos vaya de la mano con la anulación de acciones de gobierno y con el incremento de la violencia de género, la feminicida y el feminicidio mismo, y con sus dolorosas repercusiones en todo el país.
#FuerzaDeMujer sigue siendo un llamado a la acción de las mujeres por las mujeres, que quienes gobiernan o ejercen cualquier tipo de liderazgo social desde sus trincheras se comprometan con el presente y el futuro de todas las mujeres.
Es un hecho: las mujeres somos y hemos sido la fuerza invencible que sustenta a este país, una fuerza auténtica, entusiasta y apasionada. Las mujeres somos el corazón de México, todas damos la cara por nuestras familias y merecemos que en los hechos se avance en materia de igualdad de género para erradicar las condiciones de desigualdad que prevalecen en todo el país.
Hoy, todas las mujeres talentosas, jóvenes o adultas debieran tener como punto de partida de todo proyecto, una acción positiva a favor de las mujeres y, claro está, haciendo equipo con los varones que se han asumido como aliados de estas causas y que nos reconocen como la otra mitad del talento, de la inteligencia y de la fuerza de trabajo de este país.
Entendamos que si les va bien a las mujeres le irá bien a la sociedad entera.
Carolina Monroy
