“¡Viva nuestras hermanas y hermanos migrantes!”, exclamó la presidenta Claudia Sheinbaum desde Palacio Nacional la noche del 15 de septiembre.
Sí, por supuesto ¡que vivan! Pero por lo pronto viven escondidos, con miedo, muchos de ellos prefieren quedarse en casa todo el día, otros han abandonado trabajos; vigilan cada uno de sus pasos en las calles o en las tiendas o afuera de las escuelas donde dejan a sus hijos.
Todos podemos responder a la arenga de la Presidenta. Pero el gobierno es el gobierno. No solo debe gritar, sino actuar, si es que es cierto ese “¡Viva!”.
Frente al brutal embate de Trump y su gobierno contra los migrantes, México se ha paralizado. O eso parece, al menos que se esté negociando en secreto algún acuerdo, pero me temo que lo sabríamos.
Frente a Trump, el gobierno mexicano ha sido cauteloso, estratégico y no le ha ido mal. Al menos en comparación del resto del mundo. Pero no le ha ido mal a los que vivimos de este lado de la frontera.
Los aranceles son menores y menos dañinos que para el resto de los países, en migración a través de México seguimos siendo, y cada día más, el nuevo muro trumpiano y el fin de la política de abrazos ha dado resultados que Trump hasta aplaude, como lo mostró en la “determinación” publicada hace unos días por el Departamento de Estado: “En México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha aumentado la cooperación para enfrentar a los poderosos cárteles que envenenan a nuestros dos países con drogas y violencia. México ha aumentado 10 mil soldados de la Guardia Nacional a nuestra frontera compartida, ha logrado importantes incautaciones de fentanilo y precursores químicos, y ha transferido 29 objetivos de alto valor, incluidas importantes figuras de cárteles, a la custodia de Estados Unidos para ser juzgados por sus crímenes. Esfuerzos adicionales y agresivos por parte de México para responsabilizar a los líderes de los cárteles y desbaratar las redes ilícitas involucradas en la producción y el tráfico de drogas”.
Y para seguir en la línea trumpiana, el más reciente anuncio sobre aranceles para China.
En fin, no está mal la manera en que se ha manejado la furia de Trump, pero ¿no podríamos pedir hacer algo? Digo, si tanto los queremos y les gritamos “¡Viva!”.