En los últimos días, más bien semanas, la discusión pública se ha centrado en la selección de los candidatos de Morena a las gubernaturas y se centraron, por nuestro clásico chilangocentrismo, en la de CdMx entre Clara Brugada y Omar García Harfuch. Ese asunto está resuelto y habrá que esperar efectos de los raspones y si todo aquello resulta en fracturas que importen. Yo lo dudo, pero yo qué sé.
Estas discusiones pusieron en un segundo lugar lo que está sucediendo en la oposición, que tampoco anda muy de buenas. El primer ejemplo viene también de CdMx. Hace unos meses nos habían dicho que el acuerdo entre PAN y PRI era que la candidatura para la capital sería decidida por el PAN. Varios y varias panistas se anotaron y hace unos días… se bajaron y quedó quien los líderes —es un decir— del PAN siempre supieron que sería. Le hicieron fiesta y todo.
Unas horas después, el PRI dijo otra cosa: “En la coalición Va por la CdMx se desarrolla el proceso de selección de su candidata o candidato a la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México. Aclaramos que en este momento los partidos que integran Va por la CdMx no han designado candidata o candidato”. Y luego aclararon que apenas hoy es el registro y luego otras cosas y encuestas y… ¿en serio el PRI piensa que puede ganar con su candidato Ciudad de México? ¿Sandra Cuevas o su gran amigo?
El PRD anda en las mismas impulsando a Luis Cházaro.
La política también es asunto de tiempos y más cuando tu adversario es el partido en el poder, uno que usa sin recato ni demasiado respeto a la ley.
Para el 3 de enero del año que viene faltan, en términos políticos, años.
De los otros ocho estados donde se juegan gubernaturas, sabemos menos. Pero con un PRI crecidito —en el ánimo, no en las preferencias— y dado el carácter (es un decir) del liderazgo panista, ya veremos cómo se ponen las cosas en algunas de esas entidades.
Movimiento Ciudadano resolvió Jalisco de buena manera —bueno, lo resolvió Alfaro—, pero por andar coqueteando con Marcelo Ebrard se quedaron solo con el regiomontano y no vaya a ser que, gracias a una decisión de la Suprema Corte, se queden sin Nuevo León. Lo dicho: se les hizo bolas el engrudo.
Así van enfrentando a la maquinaria electoral construida desde el poder, digna de otros tiempos.