De coches y carreras no sé nada. Me aburro. La pasión con la que algunos de mis amigos siguen la Fórmula Uno, muchos fines de semana poniendo el despertador a media noche para ver algún gran premio en Europa o Asia, me resulta un enigma indescifrable.
Lo que no me resulta un enigma es el éxito de CIE organizando el Gran Premio de la Ciudad de México, que terminó este domingo y que sin duda es, después de un cuarto de siglo de fundada la empresa, el evento más complicado que han tenido que organizar.
Primero, full disclosure: me une con Alejandro Soberón y en especial con Federico González Compeán una amistad de más de 30 años y tres de ellos, hace más de 15, trabajé en CIE cuando en uno de sus tantos emprendimientos se lanzaron a construir un sitio de internet latinoamericano antes de que estallara la primera burbuja financiera.
Más allá de eso, pienso en CIE como una de esas empresas de las que tendría que haber muchas más en México. Doy mis razones:
La empresa arrancó apostando a crear una industria que no existía: la de los conciertos y espectáculos. Fue una apuesta a futuro hoy exitosa y consolidada.
Algo similar hicieron con el cine, cuando la industria estaba en el hoyo y no había estímulos fiscales, ni Cinemex o Cinépolis (Amores perros, Todo el poder, Arráncame la vida…)… Y con el teatro, no solo el musical; y con sitios de internet cuando eso aquí no existía. Después con las apuestas o los caballos… y muchas aventuras más en México y el extranjero; y han sido fundamentales para tener en todo el país inmuebles dignos.
Desde hace 20 años es una empresa que cotiza en bolsa, con lo que eso significa para la transparencia.
Hoy CIE es, fundamentalmente, una empresa de servicios al consumidor que funciona. En México no es fácil repetir eso. Uno compra un boleto y ve un espectáculo en un lugar decente.
Y es, sobre todo, como las grandes empresas del mundo, una empresa que sabe fracasar —y vaya que le ha sucedido— y aprender, fallar y corregir, resbalar y adaptarse.
El domingo vi a Alejandro a unos metros de los automóviles cuando se les dio la salida. Si lo conozco, sé que estaba pensando en las dificultades de que este compromiso a cinco años resulte como lo imaginó, que se mantenga la emoción del primero.
Pero también sé que ya estaba pensando en alguna otra aventura. Espero que no tenga que ver con coches dando vueltas.
Twitter: @puigcarlos