Una de las consecuencias de la decisión de Xóchitl Gálvez de competir por la Presidencia, en las elecciones del próximo año, es que ha vuelto interesante el juego de aspirantes para Ciudad de México.
Cuando se veía a Xóchitl como contendiente para Ciudad de México, todas las encuestas le daban amplia ventaja frente a los contendientes oficiales. Además, las elecciones de 2021 habían mostrado el inicio del agotamiento de los gobiernos de izquierda en la ciudad —PRD o Morena—, que han ocupado el Ejecutivo desde 1997.
La decisión de Xóchitl y su victoria en la contienda del Frente Amplio abre nuevas posibilidades rumbo a la elección del año entrante.
En el PAN siguen creyendo que ellos llevan mano en el Frente Amplio y probablemente tengan razón. La reputación del priismo capitalino está por los suelos desde hace muchos años y no parece que el PRD traiga demasiadas cartas que puedan acarrear votos.
Al panismo capitalino, sin embargo, lo mancha en serio eso que llamamos cártel inmobiliario para englobar años de arreglos chuecos y corruptos en el desarrollo de edificios de oficinas y vivienda en las delegaciones por ellos gobernadas. Y por más que anden gastando en espectaculares y bardas, ninguno de los aspirantes anda muy sobrado de simpatías.
En el lado oficialista, las cosas pueden ponerse interesantes.
Por lo que hoy dicen las encuestas, la disputa estará entre Clara Brugada y Omar García Harfuch. De arranque, llama la atención lo diferentes que son ambos perfiles.
De larga carrera política, Brugada ha hecho buen trabajo y tiene alta popularidad en Iztapalapa, el territorio desde el cual ha forjado su trayectoria. Su problema, tal vez, es que no parece ser muy conocida fuera de la alcaldía, según algunos estudios de opinión. En muchas zonas de la ciudad será una cara nueva, a conocer.
Frente a ella, según todo parece indicar, tendrá a Omar García Harfuch, el popular y hasta hace unas horas secretario de Seguridad Pública capitalino. Sin militancia partidista ni actividad política en su trayectoria, García Harfuch parece haber decidido, con su jefa Claudia Sheinbaum, ir por la ciudad. No tendría ningún sentido haber renunciado ahora si su única ambición es estar en la campaña presidencial.
Vaya ironía, un hombre surgido de la policía federal, institución enterrada y demonizada por este gobierno, siempre en el lado civil de la seguridad, está a punto de ser abanderado de la 4T, tan militarista.