Cultura

La voluntad de creer

En la década de los 70 se creía que el poeta nacía y posteriormente se educaba. Las lecturas recomendadas por los profesores (La educación estética del hombre, Cartas a un joven poeta) inducían y fomentaban esa creencia.

Ya en los 80, la educación en las escuelas privadas había optado por otros educadores (Montessori, Freinet, Piaget) y por otras metodologías de conocimiento como la deconstrucción enfocada a la morfología, con la que inició la modificación y el uso de las deconstrucciones léxicas que generó un tipo de palabras que apuntaban a la “libertad” de su uso.

A partir de la raíz de la palabra, se hicieron modificaciones utilizando prefijos, sufijos e infijos y se generaron nuevas palabras que se incluyeron primero en el lenguaje coloquial.

El lenguaje, ahora, era un instrumento como un Mecano con el que se podían formar distintas figuras, tanto en lo morfológico como en lo sintáctico.

El ataque de Derrida a Foucault hizo dar otro giro, pues, como Sokal había denunciado con anterioridad, Foucault no era filósofo ni sociólogo: no tenía conocimientos científicos y por eso se expresaba en lenguaje retórico, literario.

Si en la filosofía se podía intercambiar el lenguaje directo, referencial, por el lenguaje figurado, retórico, la ciencia perdía, como de hecho ha sucedido, su carácter, y se volvía, como se intentó luego de Sartre y de Murdoch, un género literario.

Todo era cuestión de creérselo y como ese uso se relacionó con el status social y la educación privada discriminatoria, la lectura de estos autores liberó a los jóvenes de la creencia de que el poeta tenía un don nato y propició la idea de que todos podían hacer poesía.

El hombre después de los 80, habiendo ya pisado la Luna, se volvió dueño de su propio destino, que luego se transformó en que el hombre es el creador del mundo.Paul Watzlawick, citando a Aristóteles, propuso en su psicología pragmática, que el problema del hombre no era la realidad, la naturaleza, la sociedad, sino lo que interpretaba, el significado que le daba a las cosas.

La realidad, desde su perspectiva, ya no es ese conjunto de objetos, que tienen existencia independiente del hombre, sino el conjunto de significados que el hombre atribuye a esas cosas. La realidad se convirtió en un entramado de significados que el hombre le atribuye y el hombre se convirtió en un diosecillo que manipula los significados a su antojo, y el poeta ya no es el que nació con un don, sino el que, como un mago cualquiera, sabe hacer triquiñuelas con el lenguaje. 

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Carlos Prospero
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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