Cultura

Igual que ayer

Estábamos en pleno curso sobre sensibilización para evitar la discriminación de género y resultaba inevitable plantear aquella idea que Octavio Paz observara en El laberinto de la soledad, concretamente en el capítulo Máscaras mexicanas. El premio Nobel observaba las dos virtudes que a su juicio más se reconocían en los hombres y en las mujeres, en el primero de los casos, el estoicismo, en el segundo, el recato. Y con ello la reproducción de atavismos, manías y absurdos.

El tema es apasionante por donde se vea, pero además es un reto para la inteligencia y la búsqueda de mejores maneras de coexistir. En particular, porque a pesar de que se ha picado piedra al respecto aún queda mucho por modificar, pues las cosas en esencia no han cambiado. Con esa lógica de por medio me animé a decir que, de no haber muerto Paz y si hubiera escrito ayer mismo el libro de marras, tendría la misma vigencia que en aquel 1950 en que se editó por primera ocasión.

Curioso que una fotografía social siga conservando sus rasgos medulares 75 años después, pero más que mover a la curiosidad invita al escándalo y la vergüenza que se siga esperando que el escenario tenga otro sentido. “Sería fantástico dejar de hablar del tema”, agregué en mi perorata del curso, que para ese momento había adquirido el tono de la gravedad que impone la ocasión, “pero porque se han subsanado los problemas que la inequidad y la desigualdad han traído consigo, no porque estemos hartos de hablarlo o porque resulte innecesario”.

Los ánimos se encendieron después con la discusión sobre las dispares fuerzas entre géneros, la genética y la evolución y por qué seguimos pensando en el sexo (sic) débil y fuerte. No faltaron los sombrerazos simbólicos y las miradas que no lo fueron en absoluto y que denotaban reproche. Y aunque hubo muchas voces en silencio, lo mejor que pudo pasar en aquella reunión fue haber discutido sobre las diferencias y llegar a coincidir en muchos aspectos.

Especialmente por la fuerza difusora que cada uno de los asistentes tiene en pos de la réplica y el acto de compartir con los suyos, los propios y los extraños, las razones de que el estado de las cosas se encuentre como está. Difícilmente le tocará a alguien de la concurrencia asistir al encuentro con mejores tiempos, y menos aún vivirá la ocasión en que se deje de hablar del tema porque se ha superado, pero siempre es bueno saber que se asiste al encuentro para pensar en los temas que nos incluyen a todos.


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Carlos Gutiérrez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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